Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó (1)

Tempus fugit, y las fábricas donde las gentes de Madrid se ganaron el pan también desaparecen, como sus casas y sus lugares de esparcimiento. Y aunque el cine español, como el cine en general, no es especialmente proclive a mostrar la vida laboral de los protagonistas de las películas, por casualidad o intencionadamente, siendo escenario de la acción o simple lugar de paso, encontramos en él algunos testimonios de la existencia de fábricas ya desaparecidas.

Empezamos la serie Las fábricas que el tiempo se llevó con aquellas que estaban dedicadas a la actividad más esencial: el comer.

Y lo hacemos con una muy curiosa película estrenada muy poco antes de la Guerra Civil, la comedia musical El bailarín y el trabajador (1936), basada en una obra teatral de Jacinto Benavente. El protagonista, un ocioso y vivales galán, buscando el aprecio de su novia -hija del dueño de un millonario fabricante de galletas- se pone a trabajar en la fábrica de su futuro suegro. La fábrica de galletas Romagosa es en realidad la antigua fábrica de galletas y chocolates La Fortuna, que no sobrevivió a la guerra.


Fuente: blog Historia Urbana de Madrid

Moderna, entretenida, con pegadiza música bailable y con un cierto mensaje social que obvia los conflictos laborales ocurridos en la fábrica real, esta película es todo un clásico del cine de la República. En cuanto a nuestro escenario, la fábrica, todo se rodó en el interior, dedicando especial atención a la maquinaria y al trabajo de los obreros (muy en consonancia con el cine centroeuropeo y soviético del primer tercio del siglo XX):


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
El bailarín y el trabajador (Luis Marquina, 1936)

Para hacer galletas y bombones se necesita azúcar, y a eso se dedicaban en la Fábrica Azucarera de La Poveda, término municipal de Arganda del Rey, un gran complejo al que se accedía por esta entrada:

Archivo de la Ciudad de Arganda del Rey. 1983

Esta fábrica fue uno de los escenarios de la comedia El puente de la paz (1958), una historia de dos pueblos vecinos, y por ende rivales, cuyos caciques deciden construir un puente para salvar el río que los separa. Aunque la película se rodó entre Chinchón y Arganda del Rey, en ella se habla de Sanfelices y Morcuende.


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
El puente de la paz (Rafael J. Salvia, 1958)

Hoy, de la azucarera solo queda la caseta del guarda, que el ayuntamiento de Arganda ha convertido en un centro de interpretación del patrimonio.


No solo de galletas vive el hombre, y con la harina también se fabrica el pan. No tengo constancia de la existencia real de la Gran Fábrica de Pan de San Cosme y San Damián en el número doscientos y pico de la calle Embajadores, pero aparece en la deliciosa comedia Felices Pascuas (1954) en un entorno que hoy nos resulta sorprendente. Pilar y Juan, los protagonistas, han ganado en un sorteo un corderito, Bolita, que, en un descuido, es robado por un pillete. Corriendo, corriendo, y con la policía detrás, el chaval llega hasta la antigua zona industrial del final de la calle Embajadores:


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem, 1954)

Casi en la esquina con el paseo del Molino, se encuentra esta fábrica, imaginaria o real, en la que unas monjas están llenando sus cestos de mimbre con pan; el pillete, sin que nadie le vea, deja a Bolita en una de las cestas:

 

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem, 1954)

Y las monjas cargan con Bolita sin saberlo. El coche se aleja de la fábrica y se dirige al cruce de la calle Embajadores con el paseo del Molino, del que hoy solo se consigue reconocer el edificio del número 7 del paseo, ese enorme -para su época- cuya torrecilla destaca al fondo a la izquierda:


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem, 1954)


Sí que existió, con certeza, la Panificadora Popular Madrileña, en la glorieta de Santa María la Cabeza, que vemos fugazmente en una escena del magnífico drama Los golfos (1960):


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
Los golfos (Carlos Saura, 1960)

Para ubicarla mejor en su contexto, una imagen de solo unos años antes, en la que vemos -piadosa época- una procesión desfilando por la glorieta, y la fábrica al fondo a la derecha:


Memoria de Madrid. 1951

Galletas, azúcar, pan, y ahora vamos con un ingrediente esencial de nuestra gastronomía: el aceite. En el prácticamente irreconocible hoy barrio de Las Californias (o las Adelfas), del que solo queda una antigua corrala convertida en centro cultural, estuvo la fábrica de aceites Barón de Velasco. Por las fechas, debió de pertenecer a Fernando Ruano y Prieto, que litigó por su título y finalmente lo perdió (aunque se conservó en el nombre de la fábrica), pues este hombre tenía enormes olivares en Jaén e importantes cargos políticos que seguramente le llevarían a residir largas temporadas en Madrid. 

En el cortometraje Los días perdidos (1963), la protagonista vuelve de Francia tras la muerte de su padre, para ir al cementerio y ocuparse de sus pertenencias. Con ella vamos a ese extremo del barrio de las Adelfas, al lado de las vías del tren, y podemos ver el exterior de la fábrica, no sabemos si aún en funcionamiento cuando se rodó el corto:


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
Los días perdidos (Víctor Erice, 1963)

Su padre (y ella, antes de marcharse) vivía precisamente en la mencionada corrala, muy cercana a la fábrica, y desde su pasillo también atisbamos detalles del edificio:


Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó

Madrid y el cine: Las fábricas que el tiempo se llevó
Los días perdidos (Víctor Erice, 1963

Fábricas, esos lugares que prácticamente han desaparecido de la ciudad, y de los que aún nos queda mucho por hablar. Próxima entrega: el beber.

Para saber más:

- Cruz, Luis de la (2020): La huelga de la fábrica de galletas La Fortuna: mujeres, esquirolaje y 'policías cívicas. El Diario.

- Fidel, Enrique (2008): La corrala de "Las Californias" (barrio de Adelfas, Madrid). Blog Urban Idade. Memoria de las redes urbanas.

- Sánchez Meco, Gregorio (2019): Venancio María Vázquez y López. El chocolatero gallego y su fábrica La Fortuna en Madrid. Ópera Prima S.L.

- Valero, Eduardo (2013): Especial "La Fortuna": Un mundo de galleta y chocolate. Blog Historia Urbana de Madrid.

Comentarios

  1. Gracias, @Marisa, por acercarnos al mundo fabril de antaño. En ocasiones dulce como el azúcar; otras, un poco amargo, como el cacao.

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