Madrid y el cine: La sombra del Viaducto es alargada
Es sobradamente conocida por todos los madrileños la razón por la que a finales de los años 90 el Ayuntamiento decidió poner mamparas de protección que impiden asomarse directamente por las barandillas del Viaducto. En esa década, la media de intentos de suicidio o suicidios consumados desde el puente era de uno por semana.
Dado que el suicidio fue un tema tabú durante tantas décadas, sus representaciones cinematográficas no son muy tempranas. La primera que he podido encontrar hasta ahora es la del cortometraje mudo Agente de publicidad (1949); el protagonista es un comercial que intenta infructuosamente colocar sus productos -anuncios- vagando por toda la ciudad. En un momento dado, pasa por el Viaducto y su fracaso -que seguramente es cotidiano- le lleva a considerar la idea del suicidio, que finalmente rechaza tras asomarse y ver el tranvía subiendo por la calle Segovia:
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Agente de publicidad (Santiago Pérez y Mauricio Benarroch, 1949) |
Pocos años después se rueda aquí la escena que es, probablemente, la más conocida: el conato de suicidio de Emilia, la protagonista del maravilloso drama Cielo negro (1951). Desesperada por las penurias económicas, la falta de amor y su problema de visión, se asoma al Viaducto con evidentes intenciones de tirarse:
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Cielo negro (Manuel Mur Oti, 1951) |
Como queda dicho, se trata de un conato y el suicidio no se lleva a cabo gracias a la llamada de las campanas de la iglesia más cercana, tal como ya conté en la entrada sobre San Francisco el Grande.
Diez años después, también Magda, estrella de cabaret, se acerca y se asoma al Viaducto con muy claras intenciones en el melodrama Pecado de amor (1961):
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Pecado de amor (Luis César Amadori, 1961) |
Mientras mira hacia abajo, recuerda las palabras que una monja le dijo y siente, como Emilia, la llamada de la Iglesia, pero más literalmente, pues terminará siendo monja.
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Pecado de amor (Luis César Amadori, 1961) |
Aunque los suicidios aparecían poco en el cine, muchos madrileños estaban al quite de cualquier movimiento sospechoso cuando pasaban por el Viaducto. Ver, por ejemplo, una noche lluviosa a una persona seria y pensativa que se asomaba a él hacía sospechar de sus intenciones (igual que hoy, aunque las mamparas dificulten el acceso). Es lo que ocurre en la comedia dramática musical Cuando tú no estás (1966), hecha a mayor lucimiento del cantante Raphael, cuando este ve a la guapísima Laura y se acerca a ella. Aunque no se menciona expresamente en la película, para el espectador está claro que la idea de suicidio ronda la cabeza de Laura, incluso si no está determinada a llevarlo a cabo en ese momento.
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Cuando tú no estás (Mario Camus, 1966) |
Explícito y consumado es el suicidio de Rocío -y ya vamos por la cuarta mujer, lo que no sé si es casualidad- en el drama Último encuentro (1967), una película de estupenda fotografía e indudable interés estético, aunque el trabajo actoral desmerece y la banda sonora no acompaña sino que entorpece. No se ven imágenes del suicidio pero sí de su resultado: Rocío se ha tirado ya y ha muerto cerca de la Casa del Pastor, que vemos en el primer fotograma a la izquierda.
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Último encuentro (Antonio Eceiza, 1967) |
Es interesante la comparación con las películas anteriores: mientras que Emilia es una chica trabajadora y formal empujada por las circunstancias, Magda una pecadora arrepentida y Laura una persona misteriosa en apariencia, pero que solo trata de esconder una triste realidad que la acecha y que es ajena a su voluntad, Rocío es una mujer adúltera que ha engañado a su marido con el mejor amigo de este. Quizá por eso, según la moral de la época, está justificado que se suicide. Pero ellos no se han suicidado: ni el marido engañado ni el amigo traidor, que desde lejos ven el suceso y lo imaginan, llegan corriendo, se cercioran y se lamentan.
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Último encuentro (Antonio Eceiza, 1967) |
El tratamiento del tema es muy diferente en la flojísima comedia Aunque la hormona se vista de seda (1971). Fermín es un boticario que no se decide a casarse y deja plantadas a las mujeres en el altar; piensa que tiene algún desarreglo hormonal y decide suicidarse. Pero ha elegido mal momento: en cuanto se asoma a la barandilla, cargando con una piedra que le servirá de lastre, empieza a pasar gente: primero un grupo de niños cantando, lo que le cohíbe, después unas chicas que piden para la lucha contra el cáncer, luego más gente y más gente...
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Aunque la hormona se vista de seda (Vicente Escrivá, 1971) |
Por la acera de enfrente parece que no viene nadie. Decide cruzar y, ¡zas!, lo atropella un coche de pompas fúnebres, de esos que ya no se ven sino en ocasiones muy solemnes. El conductor se baja y exclama:
¡Ay, que me lo he llevao por delante! ¡Madre del amor hermoso! ¡Se ha tirao! ¡Con lo que cerca que está la barandilla y se me ha tirao!
Finalmente entre varias personas lo suben al coche con la intención de llevarlo a un hospital:
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Aunque la hormona se vista de seda (Vicente Escrivá, 1971) |
Mientras el coche se aleja, la cámara se acerca a una mujer y su hijo:
- Mamá, ¿por qué llevan el muerto delante?
- Porque es pobre, hijo, y no tiene cajita.
Una de las protagonistas del melodrama Matador (1986), la abogada María Cardenal, coquetea con la pose del suicidio. Ha acudido al Matadero a un desfile de moda y, en un milagro cinematográfico más, en un segundo está en lo alto del Viaducto:
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Matador (Pedro Almodóvar, 1986) |
El extorero Diego Montes la ve desde una puerta de salida de la Casa del Reloj del Matadero y ¡tachán!, en otro golpe de magia se planta a sus espaldas:
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Matador (Pedro Almodóvar, 1986) |
Les oímos decir:
María.- Recién llegada a Madrid, vi un suicidio en este puente. Noté algo muy extraño: me sentí vacía y fuera de mi cuerpo. Después he vuelto más veces.
Diego.- Tú y yo nos parecemos: a los dos nos obsesiona la muerte.
En nuestra siguiente película, Martín, un solitario y deprimido conductor de la EMT, decide tirarse por el Viaducto porque su vida no vale la pena. Es una de las primeras escenas de la amarga e irregular comedia La gran vida (2000).
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La gran vida (Antonio Cuadri, 2000) |
Cuando Martín está a punto de lanzarse, alguien empieza a hablarle: un hombre que le insta a buscar extraños mensajes en la publicidad que se ve desde allá arriba. Por un momento parece que Martín le va a hacer caso y a abandonar su intento, pero no es así; el hombre se aleja pero, segundos después, se oye un fuerte golpe: el hombre se ha lanzado contra un coche que pasaba y yace en el suelo. Pero está vivo y va a proponerle a Martín algo que cambiará su vida.
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La gran vida (Antonio Cuadri, 2000) |
Llegaron las mamparas y el número de suicidios o de intentos de suicidio en el Viaducto disminuyó enormemente, pero no desapareció, como tampoco de las pantallas. Andrés es guionista de cine, se le ha secado el cerebro y, encima, se acaba de separar de su mujer; busca la soledad pero no encuentra en ella la inspiración. En la comedia coral Canícula (2002), al final las vidas de varios de los personajes, que transcurrían separadas en el tórrido verano madrileño, se entrecruzan: Andrés monta en el taxi de Hassan, que, después de dejarle al lado del Viaducto, ve cómo corre y se mete tras las mamparas y la barandilla, y por ello le persigue pero sin éxito.
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Canícula (Álvaro García-Capelo, 2002) |
Llegan la mujer y un amigo de Andrés, que han leído su nota de suicidio en la recepción del hotel en el que se alojaba últimamente. Estrella llora desesperadamente apoyada en la mampara:
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Canícula (Álvaro García-Capelo, 2002) |
Pero Andrés ha caído encima de un camión que pasaba por la calle Segovia y se ha salvado. No vemos cómo se lanza ni su caída, probablemente porque otro hombre sí murió realmente durante el rodaje de esta película: un especialista que iba a aparecer cayendo del Viaducto sufrió un accidente debido a errores materiales. Esto sucedió en el año 2000 y debió de pesar enormemente en el siguiente rodaje de la escena. En RTVE se puede ver un reportaje de Informe Semanal sobre este tema: Actores de riesgo.
Un intento de suicidio realmente cómico encontramos en la comedia de regusto amargo Cándida (2006), cuando el hijo mayor de la protagonista, que iba en el autobús con ella, se baja en el Viaducto y grita que si no lo interna en un psiquiátrico se suicida.
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Cándida (Javier Fesser, 2006) |
El pobre tiene la cabeza tan mal que no se tira por la parte alta del Viaducto, donde están las mamparas, sino ya entrando en Las Vistillas y, claro, el resultado no es el deseado por él:
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Cándida (Javier Fesser, 2006) |
Nuestra última escena sucede en la floja comedia Los amantes pasajeros (2013). Otra persona con problemas psiquiátricos, Alba, se mete entre la barandilla y las mamparas para tirarse del Viaducto:
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Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar, 2013) |
Como buena hija del siglo XXI, lleva consigo su móvil, que suena en el momento crucial. Es Ricardo, con el que tiene una relación que parece no ir muy bien. Finalmente, Alba no se suicida y en lugar de ello sube a su casa, en el edificio moderno que sustituyó a la Casa del Pastor, y se dedica a lanzar objetos por una ventana hasta que se la llevan en una ambulancia.
Pero los suicidios no eran el único peligro acechante en el Viaducto. La alargada sombra del Viaducto propicia todo tipo de sucesos luctuosos. En el cortometraje mudo Persecución (1950), un hombre que ha cometido un asesinato corre por la ciudad creyendo que es perseguido; aunque no vemos al perseguidor, cuando el protagonista llega al Viaducto aparecen desde diferentes ángulos cuatro hombres que, efectivamente, acabarán con su vida:
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Persecución (Agustín Navarro, 1950) |
Dos de las escenas del estupendo thriller El expreso de Andalucía (1956) se ruedan en este escenario. La primera es premonitoria: una noche, antes de cometer su crimen, los tres atracadores del expreso de Andalucía pasan por el Viaducto ultimando detalles; Jorge, el más decidido, les muestra a los otros dos la pistola que ha conseguido, mientras el estudiante, Miguel, se sube al murete del viaducto y se asoma a la barandilla e inclina el torso, y entonces el tercero, Rubio, le pide que no haga eso porque le da vértigo.
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El expreso de Andalucía (Francisco Rovira Beleta, 1956) |
Ya pasado el atraco, con su crimen de sangre no planificado, es precisamente Rubio quien, sabiéndose seguido por policías, vuelve a nuestro escenario.
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El expreso de Andalucía (Francisco Rovira Beleta, 1956) |
Viéndose acorralado, se le ocurre escapar bajando por el propio viaducto, pero no lo consigue y se queda colgado, pendiendo de la reja de la barandilla:
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El expreso de Andalucía (Francisco Rovira Beleta, 1956) |
Su despiadado compinche Jorge, que ha visto la escena desde la calle Bailén, se aproxima, hace el gesto de ofrecerle la mano, y, cuando Rubio se suelta para agarrarse a él, la retira. Uno menos para repartir.
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El expreso de Andalucía (Francisco Rovira Beleta, 1956) |
El Viaducto está presente también, bien sea de forma onírica, en el mediocre giallo Una maleta para un cadáver (1970), de coproducción hispano-italiana. Un marido deseoso de liberarse -y librarse- de su mujer recurrirá a un cruento plan para hacerlo, pero también, y mientras tanto, en sueños la mata tirándola por nuestro puente.
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Una maleta para un cadáver (Alfonso Brescia, 1970) |
El Viaducto no es solo un buen lugar para tirar a alguien desde él, sino también para pegarle un tiro a alguien mientras sube a él. Eso está a punto de ocurrirle a Jonathan Cross, el Felino, cuando se da cita con uno de sus contactos y asciende con ella las escaleras. Pero claro, es el protagonista de la película de acción El felino (1979) (coproducción hispano-estadounidense) y no va a morir tan fácilmente.
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El felino (Ernest Pintoff, 1979) |
Terminamos con el crudo e inquietante drama Taxi (1996), en el que una taxista, Reme, coge a una chica con signos evidentes de ser drogadicta; en el trayecto, Reme se comunica por radio con otros miembros de la Familia a los que propone ir a tomar una hamburguesa. En la siguiente escena, vemos su taxi parado en la parte superior del Viaducto:
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Taxi (Carlos Saura, 1996) |
Llegan a continuación varios taxis. La hamburguesa era lenguaje en clave: todos descienden, sacan a la chica del taxi de Reme y la arrojan al vacío.
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Taxi (Carlos Saura, 1996) |
Es el primer asesinato, en la película, de esa trama siniestra de ideología fascista que elimina todo lo que considera sucio en la sociedad.
Maldita sea su estampa y la de todos los que piensan igual que ellos. Ni el Viaducto los merece.
Enhorabuena por esta interesante publicación. Otra película, muy buena en mi opinión, en la que aparece nuestro Viaducto es "EXPRESO DE ANDALUCÍA" de 1956 dirigida por F Rovira Beleta.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. "Expreso de Andalucía", efectivamente, es una buena película.
EliminarHay muchísimas más en las que aparece el Viaducto, pero aquí solo he querido incluir aquellas que tienen escenas relacionadas con suicidios o asesinatos.