Madrid y el cine: La sombra del Viaducto es alargada

Es sobradamente conocida por todos los madrileños la razón por la que a finales de los años 90 el Ayuntamiento decidió poner mamparas de protección que impiden asomarse directamente por las barandillas del Viaducto. En esa década, la media de intentos de suicidio o suicidios consumados desde el puente era de uno por semana.

Dado que el suicidio fue un tema tabú durante tantas décadas, sus representaciones cinematográficas son tardías. No he podido hallar ninguna en el Viaducto que sea anterior a la que es, probablemente, la más conocida: el conato de suicidio de Emilia, la protagonista del maravilloso drama Cielo negro (1951). Desesperada por las penurias económicas, la falta de amor y su problema de visión, se asoma al Viaducto con evidentes intenciones de tirarse:


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Cielo negro (Manuel Mur Oti, 1951)


Como queda dicho, se trata de un conato y el suicidio no se lleva a cabo gracias a la llamada de las campanas de la iglesia más cercana, tal como ya conté en la entrada sobre San Francisco el Grande.

Diez años después, también Magda, estrella de cabaret, se acerca y se asoma al Viaducto con muy claras intenciones en el melodrama Pecado de amor (1961):


Madrid y el cine: Viaducto de Segovia

Madrid y el cine: Viaducto de Segovia
Pecado de amor (Luis César Amadori, 1961)

Mientras mira hacia abajo, recuerda las palabras que una monja le dijo y siente, como Emilia, la llamada de la Iglesia, pero más literalmente, pues terminará siendo monja.


Madrid y el cine: Viaducto de Segovia
Pecado de amor (Luis César Amadori, 1961)

Aunque los suicidios aparecían poco en el cine, muchos madrileños estaban al quite de cualquier movimiento sospechoso cuando pasaban por el Viaducto. Ver, por ejemplo, una noche lluviosa a una persona seria y pensativa que se asomaba a él hacía sospechar de sus intenciones (igual que hoy, aunque las mamparas dificulten el acceso). Es lo que ocurre en la comedia dramática musical Cuando tú no estás (1966), hecha a mayor lucimiento del cantante Raphael, cuando este ve a la guapísima Laura y se acerca a ella. Aunque no se menciona expresamente en la película, para el espectador está claro que la idea de suicidio ronda la cabeza de Laura, incluso si no está determinada a llevarlo a cabo en ese momento.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Cuando tú no estás (Mario Camus, 1966)

Explícito y consumado es el suicidio de Rocío -y ya vamos por la tercera mujer, lo que no sé si es casualidad- en el drama Último encuentro (1967), una película de estupenda fotografía e indudable interés estético, aunque el trabajo actoral desmerece y la banda sonora no acompaña sino que entorpece. No se ven imágenes del suicidio pero sí de su resultado: Rocío se ha tirado ya y ha muerto cerca de la Casa del Pastor, que vemos en el primer fotograma a la izquierda.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Último encuentro (Antonio Eceiza, 1967)

Es interesante la comparación con las películas anteriores: mientras que Emilia es una chica trabajadora y formal empujada por las circunstancias, y Laura una persona misteriosa en apariencia, pero que solo trata de esconder una triste realidad que la acecha y que es ajena a su voluntad, Rocío es una mujer adúltera que ha engañado a su marido con el mejor amigo de este. Quizá por eso, según la moral de la época, está justificado que se suicide. Pero ellos no se han suicidado: ni el marido engañado ni el amigo traidor, que desde lejos ven el suceso y lo imaginan, llegan corriendo, se cercioran y se lamentan.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Último encuentro (Antonio Eceiza, 1967)

El tratamiento del tema es muy diferente en tono y tratamiento en la flojísima comedia Aunque la hormona se vista de seda (1971). Fermín es un boticario que no se decide a casarse y deja plantadas a las mujeres en el altar; piensa que tiene algún desarreglo hormonal y decide suicidarse. Pero ha elegido mal momento: en cuanto se asoma a la barandilla, cargando con una piedra que le servirá de lastre, empieza a pasar gente: primero un grupo de niños cantando, lo que le cohíbe, después unas chicas que piden para la lucha contra el cáncer, luego más gente y más gente...

 

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Aunque la hormona se vista de seda (Vicente Escrivá, 1971)

Por la acera de enfrente parece que no viene nadie. Decide cruzar y, ¡zas!, lo atropella un coche de pompas fúnebres, de esos que ya no se ven sino en ocasiones muy solemnes. El conductor se baja y exclama:

¡Ay, que me lo he llevao por delante! ¡Madre del amor hermoso! ¡Se ha tirao! ¡Con lo que cerca que está la barandilla y se me ha tirao!

Finalmente entre varias personas lo suben al coche con la intención de llevarlo a un hospital:

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Aunque la hormona se vista de seda (Vicente Escrivá, 1971)

Mientras el coche se aleja, la cámara se acerca a una mujer y su hijo:

- Mamá, ¿por qué llevan el muerto delante?

- Porque es pobre, hijo, y no tiene cajita.


Pero los suicidios no eran el único peligro acechante en el Viaducto. En el crudo e inquietante drama Taxi (1996), una taxista, Reme, coge a una chica con signos evidentes de ser drogadicta; en el trayecto, Reme se comunica por radio con otros miembros de la Familia a los que propone ir a tomar una hamburguesa. En la siguiente escena, vemos su taxi parado en la parte superior del Viaducto:


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Taxi (Carlos Saura, 1996)

Llegan a continuación varios taxis. La hamburguesa era lenguaje en clave: todos descienden, sacan a la chica del taxi de Reme y la arrojan al vacío.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Taxi (Carlos Saura, 1996)

Es el primer asesinato, en la película, de esa trama siniestra de ideología fascista que elimina todo lo que considera sucio en la sociedad. Maldita sea su estampa y la de todos los que piensan igual que ellos.


En nuestra siguiente película, Martín, un solitario y deprimido conductor de la EMT, decide tirarse por el Viaducto porque su vida no vale la pena. Es una de las primeras escenas de la amarga e irregular comedia La gran vida (2000).


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
La gran vida (Antonio Cuadri, 2000)

Cuando Martín está a punto de lanzarse, alguien empieza a hablarle: un hombre que le insta a buscar extraños mensajes en la publicidad que se ve desde allá arriba. Por un momento parece que Martín le va a hacer caso y a abandonar su intento, pero no es así; el hombre se aleja pero, segundos después, se oye un fuerte golpe: el hombre se ha lanzado contra un coche que pasaba y yace en el suelo. Pero está vivo y va a proponerle a Martín algo que cambiará su vida.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
La gran vida (Antonio Cuadri, 2000)

Llegaron las mamparas y el número de suicidios o de intentos de suicidio en el Viaducto disminuyó enormemente, pero no desapareció, como tampoco de las pantallas. Andrés es guionista de cine, se le ha secado el cerebro y, encima, se acaba de separar de su mujer; busca la soledad pero no encuentra en ella la inspiración. En la comedia coral Canícula (2002), al final las vidas de varios de los personajes, que transcurrían separadas en el tórrido verano madrileño, se entrecruzan: Andrés monta en el taxi de Hassan, que, después de dejarle al lado del Viaducto, ve cómo corre y se mete tras las mamparas y la barandilla, y por ello le persigue pero sin éxito.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Canícula (Álvaro García-Capelo, 2002)

Llegan la mujer y un amigo de Andrés, que han leído su nota de suicidio en la recepción del hotel en el que se alojaba últimamente. Estrella llora desesperadamente apoyada en la mampara:


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Canícula (Álvaro García-Capelo, 2002)

Pero Andrés ha caído encima de un camión que pasaba por la calle Segovia y se ha salvado. No vemos cómo se lanza ni su caída, probablemente porque otro hombre sí murió realmente durante el rodaje de esta película: un especialista que iba a aparecer cayendo del Viaducto sufrió un accidente debido a errores materiales. Esto sucedió en el año 2000 y debió de pesar enormemente en el siguiente rodaje de la escena. En RTVE se puede ver un reportaje de Informe Semanal sobre este tema: Actores de riesgo.


Otro intento de suicidio realmente cómico encontramos en la comedia de regusto amargo Cándida (2006), cuando el hijo mayor de la protagonista, que iba en el autobús con ella, se baja en el Viaducto y grita que si no lo interna en un psiquiátrico se suicida.


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Cándida (Javier Fesser, 2006)

El pobre tiene la cabeza tan mal que no se tira por la parte alta del Viaducto, donde están las mamparas, sino ya entrando en Las Vistillas y, claro, el resultado no es el deseado por él:


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Cándida (Javier Fesser, 2006)

Nuestra última escena sucede en la floja comedia Los amantes pasajeros (2013). Otra persona con problemas psiquiátricos, Alba, se mete entre la barandilla y las mamparas para tirarse del Viaducto:


Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto

Madrid y el cine: La sombra del Viaducto
Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar, 2013)


Como buena hija del siglo XXI, lleva consigo su móvil, que suena en el momento crucial. Es Ricardo, con el que tiene una relación que parece no ir muy bien. Finalmente, Alba no se suicida y en lugar de ello sube a su casa, en el edificio moderno que sustituyó a la Casa del Pastor, y se dedica a lanzar objetos por una ventana hasta que se la llevan en una ambulancia.


Probablemente falten películas, probablemente son pocos datos, pero... Diez películas, seis mujeres y cuatro hombres. Solo dos muertes: dos mujeres muertas, una suicida y una asesinada. La primera paga así su adulterio; la segunda, su adicción. Una tercera también paga, aunque de manera más leve: su vida disipada termina en el convento. ¿Justicia cinematográfica?






Comentarios

  1. Enhorabuena por esta interesante publicación. Otra película, muy buena en mi opinión, en la que aparece nuestro Viaducto es "EXPRESO DE ANDALUCÍA" de 1956 dirigida por F Rovira Beleta.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. "Expreso de Andalucía", efectivamente, es una buena película.

      Hay muchísimas más en las que aparece el Viaducto, pero aquí solo he querido incluir aquellas que tienen escenas relacionadas con suicidios o asesinatos.

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