Madrid y el cine: Esculturas de Aniceto Marinas (2)

La escultura más conocida, por madrileños y foráneos, de Aniceto Marinas en Madrid ha visto mucho y ha oído mucho, porque ¿quién no ha pasado por delante de ella, ha quedado allí o ha mantenido alguna conversación a su lado?

Se trata del monumento a Diego de Velázquez, inaugurado en 1899, una de las pocas esculturas que no se han movido nunca de sitio en la capital. De ella nos ocupamos hoy para luego pasar a otra mucho menos visitada de la Comunidad de Madrid.     

Esta estatua de Aniceto Marinas vio, por ejemplo, a soldados y voluntarios preparar los camiones en los que viajaron las principales obras del Museo del Prado para salvarse de los bombardeos de la Guerra Civil. Así lo refleja la agridulce película La hora de los valientes (de la que ya hablamos en la entrada El tío Paco en el Museo del Prado):


La hora de los valientes
La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)

Ha visto pasear a su alrededor a infinidad de personajes cinematográficos, como a Clara, la protagonista de Tierra y cielo (1941), un melodrama infumable para los criterios actuales, pero que tiene un cierto mérito para la época y, sobre todo, el interés de ver cómo era también por dentro el museo, aprovechando la circunstancia de que Clara pinta réplicas de algunos cuadros. Las imágenes exteriores nos permiten también apreciar los maravillosos árboles centenarios que rodean el museo, algunos de los cuales ya no existen:


Tierra y cielo
Tierra y cielo (Eusebio Fernández Ardavín, 1941)

También pasa por allí, pensativo, Demetrio, uno de los tres exiliados españoles en Francia que, adoctrinados en una escuela de comunismo de París, vienen a España para llevar a cabo actos terroristas, en la ingenua comedia anticomunista Suspenso en comunismo (1956):


Suspenso en comunismo
Suspenso en comunismo (Eduardo Manzanos, 1956)


Y al lado de Velázquez pasa José, el periodista radiofónico protagonista de la entrañable y, para los espectadores que vivieron la Transición, nostálgica Solos en la madrugada (1978). Va acompañado de sus hijos, a los que ve poco y a los que, como muchas personas divorciadas que no saben qué hacer con los niños, lleva a museos:


Solos en la madrugada
Solos en la madrugada (José Luis Garci, 1978)


El monumento ha sido testigo de citas malogradas, como la del estadounidense Connor con la chica española de la que se ha enamorado, en la comedia romántica Dulcinea (2019), película estadounidense filmada seguramente con el objetivo de atraer más turismo a Madrid:


Dulcinea
Dulcinea (David Hebrero, 2019)


Si pudiera oír, nuestro Velázquez se habría aburrido con las conversaciones triviales de encuentros entre gentes de la burguesía, como el de los protagonistas del endeble drama romántico Lecciones de buen amor (1944) con una pareja vecina:


Lecciones de buen amor
Lecciones de buen amor (Rafael Gil, 1944)


Se habría reído o indignado escuchando a los timadores de la a ratos hilarante comedia Los tramposos (1959), cuyas imágenes de Madrid son variadas y refrescantes. 


Los tramposos
Los tramposos (Pedro Lazaga, 1959)


Han montado una agencia -ilegal- de excursiones para turistas extranjeros, Virpa Espres, y el primer día, cuando ya muchos turistas han pagado su entrada, el autobús que debía transportarlos no llega. Escuchémosles:

- Ese no aparece.
- ¡Qué desastre! Lo que no me explico es cómo aguantan tanto los turistas.
- Son muy buenos...

Otra conversación que le habría hecho sonreír es la que mantienen Ignacio García, protagonista, y su amigo Paco en la flojísima comedia -melodramática en exceso en algunos momentos- El pobre García (1961):


El pobre García
El pobre García (Tony Leblanc, 1961)


Ignacio, que tiene a su cargo un hijo, no encuentra trabajo y está desesperado, incluso dice que se haría ladrón si no fuese por su hijo. Su amigo le lanza esta curiosa reflexión:

-... yo pienso que si no hubiese personas honradas no habría ladrones.
- No te entiendo.
- Está claro. Si todos fuésemos ladrones, nos robaríamos los unos a los otros, y en consecuencia, siempre tendríamos lo mismo. Si, por el contrario, todos fuésemos honrados, ¿te imaginas qué aburrimiento? Tiene que haber de todo porque, además, dime: al ser decente todo el mundo, ¿crees que habría esa continua guerra de política internacional? Y, lo que es peor aún, ¿crees que habría periódicos? ¡No! Y sería un desastre, porque hay que ver el rendimiento que da un periódico. Sobre todo, lo que debe de ganar un periódico con los anuncios. 

Y poco tiempo después podría reírse de este equívoco en la empalagosa comedia Vuelve San Valentín (1963):


Vuelve San Valentín
Vuelve San Valentín (Fernando Palacios, 1963)

- Pero, hombre de dios, ¿qué hace usted aquí?

- Estoy esperando a Leonor. Por cierto, que se retrasa bastante.

- ¡Naturalmente! ¡Si ella le está esperando en Goya y usted está aquí, en Velázquez!


No resulta completamente inverosímil que, en los tiempos anteriores al móvil, esto sucediera más de una vez.


La escultura de Velázquez aparece en el cine desde todas las posibles perspectivas. La más frecuente, de frente. Pero también desde arriba:


Los tramposos
Los tramposos (Pedro Lazaga, 1959)

Y desde atrás, en el interesantísimo mediometraje Margarita y el lobo (1969) -valiente práctica final de su directora en la Escuela Oficial de Cinematografía-, donde la estatua, en lugar de aparecer, como siempre, con el Museo del Prado detrás, aparece con el Ministerio de Sanidad delante:


Margarita y el lobo
Margarita y el lobo (Cecilia Bartolomé, 1967)

Y tampoco nos faltan primeros planos:


El pobre García
El pobre García (Tony Leblanc, 1961)


Solos en la madrugada
Solos en la madrugada (José Luis Garci, 1978)

Para terminar, una imagen cinematográfica de otra obra de Aniceto Marinas, la escultura del Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles (Getafe), a unos diez kilómetros de Madrid capital. La encontramos en el drama del cine quinqui Deprisa, deprisa (1981); dentro de este género, ahora de nuevo muy en boga, es probablemente la de imágenes más potentes gracias a la pericia de su director.


Deprisa, deprisa
Deprisa, deprisa (Carlos Saura, 1981)

Terminamos aquí el recorrido cinematográfico por las esculturas de Aniceto Marinas en Madrid, cuya primera parte puedes leer en Madrid y el cine: Esculturas de Aniceto Marinas (1).






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