Madrid y el cine: Esculturas de Aniceto Marinas (1)

Pocos escultores son tan conocidos y tan desconocidos al mismo tiempo como Aniceto Marinas. Dos de sus obras se han convertido en iconos de la ciudad de Madrid y, sin embargo, pocos, aparte de los que viven en la avenida de Aniceto Marinas y alrededores, conocen su nombre.

Hoy nos vamos a ocupar de una de las dos más famosas, la escultura de Eloy Gonzalo en la plaza de Cascorro, y de otra menos conocida: la dedicada al pueblo de Madrid del 2 de mayo de 1808, estatua peregrina.

La escultura de Eloy Gonzalo, inaugurada en 1902, ha sido usada frecuentemente por los cineastas para ubicar la zona de Madrid en la que se va a desarrollar la acción: el Rastro.

Así lo hizo Edgar Neville en su comedia policiaca Domingo de Carnaval (1945), una película amena y curiosa pero sobre todo interesante, tanto antropológica como urbanísticamente, por el Madrid que nos presenta, un mundo ya desconocido, el de la segunda década del siglo XX en la que se ambienta la historia.

Una buena parte de la trama se desarrolla en el Rastro y, justamente, la primera imagen tras los créditos es la de la escultura de Aniceto Marinas y, después, algunos tramos de la Ribera de Curtidores:



Es curioso que, pocos años después, exactamente la misma secuencia de imágenes aparezca en los primeros minutos de la comedia musical y costumbrista De Madrid al cielo (1952), dirigida por Rafael Gil:



De que son imágenes recicladas no cabe duda. La duda está en cómo se llegaron a usar: los directores son distintos y también las productoras. La azarosa historia económica del cine español...


También de la escultura de Eloy Gonzalo se sirve el melodrama Día tras día (1951), una película a la que le sobra el proselitismo religioso pero no las buenas actuaciones ni el bastante fiel retrato de la vida en el Rastro en la década de los 50. Aquí vemos con qué imágenes comienza y termina la película:


Día tras día
Día tras día (Antonio del Amo, 1951)


Nuestra escultura vuelve a servir de hito en una escena del desconocido drama Último encuentro (1967), película de excelente fotografía y realización. El protagonista, un bailarín flamenco, va al Rastro a pedirle cuentas a un examigo, con el que se pelea por la mujer de la que está enamorado y del que recibe una soberana paliza. En la primera imagen vemos el comienzo de la escena y en la segunda el final, cuando Antonio se va de la plaza de Cascorro en su coche:

Último encuentro
Último encuentro (Antonio Eceiza, 1967)


Aunque menos frecuentemente, el espacio de la escultura ha formado parte de la propia acción. A la sombra (o al sol) de la estatua se desarrolla la primera escena de la comedia Los ladrones somos gente honrada (1956), segunda versión fílmica de la obra de teatro del mismo nombre de Enrique Jardiel Poncela, que participó en su guion. La escena sirve de presentación de la banda de carteristas que protagoniza esta divertida comedia coral. El Tío del Gabán, miembro del grupo, monta un puestecillo que le sirve para vender algunas cosas pero, sobre todo, para mantener distraídos a los posibles clientes; distracción que aprovechan sus cómplices para robarles.

Los ladrones somos gente honrada
Los ladrones somos gente honrada (Pedro Luis Ramírez, 1956)

Y oímos al genial Pepe Isbert decir:

Y ahora la tortuga africana, cazada por un servidor de ustedes en las selvas del Orinoco, va a dar el triple salto mortal para demostrar a cualquiera de cuantos me escuchan, sea joven, persona o militar, que el animal es algunas veces superior al hombre.


El mismo actor, pero doblado (¡qué sacrilegio!), protagoniza otra escena en el mismo lugar en la edulcorada comedia costumbrista Perro golfo (1963). Un enrevesado y banal argumento engranado alrededor de un niño y un perro lleva allí a la embajadora de Estados Unidos a dejar una carta de respuesta a un grupo de niños comandado por el señor Gaspar, vigilante y conserje del mercado de Barceló. Las imágenes recogen dos momentos: cuando la embajadora deja su carta y cuando, un rato después, el señor Gaspar va a recogerla.

Perro golfo
Perro golfo (Domingo Viladomat, 1963)

Este punto de encuentro lo es también en las fiestas populares. En la muy madrileña La virgen de agosto (2020), la protagonista se queda en Madrid durante las fiestas de Nuestra Señora de la Paloma, y puede ver los preparativos de una actuación que se va a celebrar al lado del monumento:


La virgen de agosto
La virgen de agosto (Jonás Trueba, 2020)

Nuestra escultura de hoy ha aparecido en tantas películas que encontramos fotogramas de Eloy Gonzalo desde todas las perspectivas. Lo más habitual es que le veamos de frente:


Los ladrones somos gente honrada
Los ladrones somos gente honrada (Pedro Luis Ramírez, 1956)

Pero no falta alguna vista desde atrás:


Los ladrones somos gente honrada
Los ladrones somos gente honrada (Pedro Luis Ramírez, 1956)

Y, por supuesto, también vistas laterales, como la que nos ofrece la comedia Dos mejor que uno (1984), una película menor que nos habla de un huerto urbano mucho antes de que estos tuvieran nombre y a la que prestan interés el personaje y la actuación de José Sacristán:


Dos mejor que uno
Dos mejor que uno (Ángel Llorente, 1984)


Por contraposición a la escultura de la que venimos hablando, hay otra del mismo artista que apenas sale en el cine y apenas es conocida, ni por madrileños ni por turistas. Se trata del grupo escultórico Al pueblo del dos de mayo de 1808, inaugurado en 1908, una más de las esculturas viajeras que pueblan Madrid. Primero estuvo en la glorieta de San Bernardo, después en la de Quevedo y más tarde al comienzo de la calle Ferraz (desplazando en este último traslado a la escultura del teniente general Manuel Cassola, que viajó al paseo de Moret en el parque del Oeste). Con las obras de la plaza de España, la estatua ha vuelto a ser desplazada recientemente, pero solo unos metros.

En el drama semidocumental de Basilio Martín Patino Madrid (1987), el protagonista, en uno de sus vagabundeos en busca de la memoria histórica e intrahistórica de la ciudad, da con la estatua y lee la inscripción de su pedestal:


Madrid Martín Patino
Madrid (Basilio Martín Patino, 1987)

Después mira hacia arriba y nuestra mirada sigue la suya:


Madrid Basilio Martín Patino
Madrid (Basilio Martín Patino, 1987)


Podemos distinguir la figura del militar Luis Daoíz y a su izquierda, debajo de su brazo derecho, la de un niño que recuerda a los muchos niños muertos en el levantamiento del 2 de mayo contra el ejército francés. Niños que no tendrían que haber muerto en nombre de nada y a los que Aniceto Marinas no olvida.

Continuaremos buscando en el cine imágenes de las esculturas de este artista de nombre tan olvidado...





Comentarios

  1. Extraordinario reportaje. ...y. Voy. A la calle Aniceto. Marina. Dos veces por semana. En el nm.97. De la Avda. De Valladolid. Hasta el río Manzanares.... Y ya sabía ....por mi medio paisano de Chapinería. "Cascorro". Ya sabía de Aniceto Marinas👏👏👏👏👍

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario.

      Marisa

      Eliminar
  2. Sois unos ignorantes, la más importante y representativa escultura de Aniceto Marinas en Madrid es el Velazquez en la entrada del Museo Del Prado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero ¿cómo se puede ser tan burro o burra? Acusas a los demás de ignorantes y ni siquiera sabes leer. Tienes un 0 en comprensión lectora.

      Eliminar

Publicar un comentario