Madrid y el cine: Esculturas viajeras

Siempre hemos sospechado que hay un negocio muy provechoso tras un fenómeno madrileño que llama la atención: el traslado continuo de esculturas y otros monumentos de un lugar a otro de la ciudad. En Madrid, rara es la estatua, fuente u otro tipo de ornamento público que se halla en el lugar en el que se emplazó originalmente. Otra posible explicación es que los ediles madrileños hayan tenido de siempre el afán de desorientarnos.

El caso es que en el cine también se aprecia este fenómeno. Crees que tienes ubicada una escena gracias a que se ve una escultura conocida, pero resulta que esa escultura, cuando se hizo la película, estaba en otra parte.

Veamos dos casos muy notorios de monumentos de la misma época y que se inauguraron en el mismo año: 1902. El primero, la estatua del escritor Francisco de Quevedo; el segundo, la del político Juan Bravo Murillo.

El monumento a Quevedo, hoy en la glorieta del mismo nombre, se inauguró en 1902 en la plaza de Alonso Martínez (entonces plaza de Santa Bárbara). Y allí estuvo muchos años. Allí la vemos en dos comedias de los años 50:


Madrid y el cine: Historias de la radio
Historias de la radio (José Luis Sáenz de Heredia, 1955)

En el momento de este rodaje, había obreros alrededor, parece que construyendo una isleta para proteger la escultura de los coches. De un momento posterior en el tiempo es este otro fotograma, de la comedia madrileña por excelencia de esta época, Manolo, guardia urbano (1956), una película un tanto ñoña en algunos momentos. Aquí ya están ajardinando la isleta:


Manolo, guardia urbano
Manolo, guardia urbano (Rafael J. Salvia, 1956)


Y por fin, en la película Las muchachas de azul, un año posterior, encontramos esta obra terminada:


Madrid y el cine: Las muchachas de azul
Las muchachas de azul (Pedro Lazaga, 1957)

Solo cinco años después, la escultura fue trasladada a la glorieta de Quevedo. Pero ahí no termina la historia: para instalar este monumento, se trasladó el que había ya en la glorieta, que era el monumento al Dos de Mayo de Aniceto Marinas, que a su vez procedía de la glorieta de San Bernardo (primer emplazamiento) y que actualmente  está en la calle Ferraz, número 4. Todo un juego de carambolas.


La estatua de Bravo Murillo se instaló en 1902 en la glorieta de Bilbao. Allí podemos verla en dos películas también de los años 50. La primera, Brigada criminal, una película pionera en España del género policiaco, que tan de moda estuvo en esos años:


Madrid y el cine: Brigada criminal
Brigada criminal (Ignacio F. Iquino, 1950)

Y allí la entrevemos también a través de los cristales del café Marlin, en el que pasa una tensa tarde la pareja protagonista de la magnífica película El pisito (1958):


Madrid y el cine: El pisito
El pisito (Marco Ferreri, 1958)

Petrita, harta de llevar doce años de novia con Rodolfo y de vivir con su hermana, su cuñado y sus sobrinos, le hace a Rodolfo una propuesta sorprendente que al principio él rechaza: la de que se case con su casera, una mujer muy anciana, para que al morir se convierta en el dueño de su piso.

En esta escena en el café Marlin, cuando los personajes se van desplazando delante de los distintos ventanales, podemos observar cómo era la vida en esta céntrica glorieta en los años 50. Por cierto, que el café Marlin -ya desaparecido-, que estaba ubicado en el comienzo de la calle Fuencarral, en la esquina con Manuela Malasaña, no siempre se llamó así. Antes de la Guerra Civil, se llamó café Marly, pero una ley promulgada en mayo de 1940 prohibió el uso de palabras extranjeras en "rótulos, muestras, anuncios y ocasiones análogos", como por ejemplo "denominaciones  de establecimientos o servicios de recreo, industriales, mercantiles, de hospedaje, de alimentación, profesiones, espectáculos y otros semejantes”.


La escultura de Bravo Murillo se quitó de esta glorieta en 1961 y en 1963 se instaló en su ubicación actual, la calle de Bravo Murillo esquina a la calle José Abascal, junto a los jardines del Canal de Isabel II que el político homenajeado contribuyó a crear. En este lugar llevaba ya años cuando se rodó la película El mar y el tiempo (1989), en la que se narra el encuentro de dos hermanos criados en el barrio de Chamberí, uno de los cuales emigró a América y ahora vuelve, ya en su vejez, para reencontrarse con su ciudad y su familia. Ambos hermanos hablan precisamente del cambio de ubicación de la estatua, al lado de la cual tanto habían jugado en su niñez:


Madrid y el cine: El mar y el tiempo
El mar y el tiempo (Fernando Fernán Gómez, 1989)

Bien, pues la escultura de Bravo Murillo ahora está en la calle Bravo Murillo y el monumento a Quevedo ahora está en la glorieta de Quevedo. Y dirán ustedes: es que así es mucho más lógico. Pues sí, lo parece, pero es que ¡la calle Bravo Murillo y la glorieta de Quevedo ya existían en 1902! 

 




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