Hoy lugar más bien de paso rápido hacia otro destino, y afectada ya irremediablemente por las que fueron casi eternas obras de la plaza de Canalejas, donde tiene comienzo, la calle del Príncipe fue sin embargo durante siglos un lugar de enorme vida cultural y comercial de alto nivel.
Las dos grandes artes predecesoras del cine, el teatro y la fotografía, han tenido -y el primero tiene todavía- una gran presencia en la calle, como iremos viendo en nuestro paseo, que en esta ocasión no viene acompañado de un mapa, pues será muy simple: recorrer la calle desde el principio hasta el final.
Comencemos con un par de imágenes bastante generales. La primera nos muestra la calle de noche, aproximadamente desde el número 12, mirando hacia la confluencia con la plaza de Santa Ana. Es una imagen del paseo nocturno por el centro de Madrid con el que comienza el drama de tema taurino De barro y oro (1966).
De barro y oro (Joaquín Bollo Muro, 1966)
Si juzgáramos solo por la cantidad de anuncios de neón y no por el tamaño de la calle, podríamos pensar que estamos en la Gran Vía. Entre los comercios con anuncios luminosos distinguimos a la izquierda una peluquería de señoras de altos vuelos (haute coiffure) llamada Félix; en la misma acera, un poco más adelante, vemos unas gafas que anuncian un negocio que sigue existiendo en la calle: la óptica Cottet; a la derecha, otra óptica, Prado. El negocio de las ópticas, antaño muy relacionado -hoy no tanto- con el mundo de la fotografía, ha tenido importancia en la calle y ha dejado su huella: en el mismo número 10 donde vemos la óptica Prado estuvo Villasante, tienda de instrumentos para matemáticas, precisión y óptica, que dejó como herencia en la fachada un gran barómetro que todavía funciona.
Otra vista general pero en sentido contrario: al amanecer, un grupo de actores de teatro que ha pasado una horrible noche en el Teatro Español se dirige hacia la plaza de Canalejas. Culpables (1960) es un drama de intriga, pues durante esa noche se produce un asesinato en el teatro.
Culpables (Arturo Ruiz Castillo, 1960)
Las luces de neón ya están apagadas, pero de nuevo vemos, esta vez a la derecha, el anuncio de la óptica Cottet, y a la izquierda y más cerca de los personajes, el del hotel Carreras, ya desaparecido. Al menos durante el siglo XX -no sé si antes también- los teatros de la zona atraían a Madrid a viajeros que procuraban alojarse cerca de ellos. Eso da a entender esta tarjeta publicitaria del hotel Carreras cuando destaca al final su proximidad a ellos:
Imagen de www.todocolección.net
Empezamos ahora con nuestro recorrido punto por punto de interés cinematográfico. El primero es el interior de las recientemente desaparecidas Cuevas de Sésamo, pero ya le dediqué una entrada donde se pueden ver numerosas imágenes, incluidas las de una película en las que este curioso lugar se hace pasar por un café existencialista de París, y a ella te remito: Madrid y el cine: Hard Rock Café y las Cuevas de Sésamo.
Al lado de las Cuevas, en el número 9, vemos esperando al chófer de Marta, la protagonista de la comedia Honorables sinvergüenzas (1961). Marta es la jefa de una banda de timadores que se hace pasar por marquesa; como tal, debe vestir a todo tren, y por eso ha venido a una de las peleterías más famosas de Madrid: El Pekan y la Dalia. En el interior de la tienda, Marta simula ser italiana, mientras que la mujer que le atiende habla con falso acento francés. Todo muy chic.
Honorables sinvergüenzas (José Luis Gamboa, 1961)
Aunque en las imágenes solamente vemos el nombre El Pekan, hay muchos testimonios del nombre completo, como esta tarjeta publicitaria:
www.todocoleccion.net
Y, sobre todo, el del anuncio publicitario que se insertaba en radio, al menos en los años 30; un anuncio con ritmo de chotis:
En el siguiente número de la misma acera, el 11, no tenemos ninguna escena de película, pero sabemos que se situó la galería de Christian Franzen (1963-1923), famoso fotógrafo danés afincado en Madrid. Muchos años después de su muerte, su estudio fotográfico seguía existiendo, pues aparece en la guía telefónica de 1958.
En la otra acera, en el número 14, antes de que existiera el Teatro de la Comedia, tuvo también su galería el fotógrafo francés André Adolphe Eugène Disdéri (1819-1889), que recaló un breve tiempo en Madrid, donde hizo negocio con su invento: las tarjetas de visita que incorporaban un retrato.
El edificio del Teatro de la Comedia no pertenece en exclusiva al teatro: hay un local comercial a la derecha de la puerta que da acceso a un portal con otros vecinos y negocios. En la película De barro y oro lo que vemos es un moderno local de venta de electrodomésticos:
De barro y oro (Joaquín Bollo Muro, 1966)
Diez años antes, en el mismo local se había producido el cierre del café El gato negro. Inaugurado en 1907, era el más modernista de Madrid y acogió a las tertulias en que participaron personas muy relacionadas con el teatro, como Jacinto Benavente y Ramón María del Valle-Inclán. Jacinto Benavente, además, no solo escribió muchas obras de teatro que fueron adaptadas al cine, sino que él mismo se interesó por el cine y participó en él como productor.
En la puerta del Teatro de la Comedia, que este año cumple 150 años, y después en el vestíbulo, encontramos a dos de los protagonistas del drama romántico In memoriam (1977), una película, precisamente, con mucho aire teatral.
In memoriam (Enrique Brasó, 1977)
Fotografía y teatro, y de nuevo fotografía: en el número 16 estuvo durante muchos años, hasta 2001, la Sociedad Fotográfica, hoy Real Sociedad Fotográfica.
El número 18, donde estaba el hotel Carreras, se ve de fondo en la película Culpables (1960), cuando varios de los actores -doblemente actores- están en la esquina con la calle Manuel Fernández y González.
Culpables (Arturo Ruiz Castillo, 1960)
En el número 18, por cierto, estuvo también la sede de Exclusivas Diana, una productora de cine que produjo seis películas entre 1932 y 1954. La primera y la última fueron dirigidas por el pionero José Buchs. La de título más madrileño fue rodada meses antes de la Guerra Civil y se estrenó durante ella; en 1941, el dictador ordenó revisar todos los permisos de exhibición cinematográfica, y se prohibió porque la protagonista era una madre soltera. Se trata de la película Rinconcito madrileño (León Artola, 1936).
Volvemos a la película Culpables (1960). Al principio de ella vemos de noche los números 18 y 20: en el 18, debajo del hotel, la cafetería Dorín; en el 20, el comercio Medias Virginia.
Culpables (Arturo Ruiz Castillo, 1960)
En el número 20 estaba también la peluquería de señoras de Luis Aparicio:
Culpables (Arturo Ruiz Castillo, 1960)
Y ya nos adentramos en el tramo de la calle que enfrenta la plaza de Santa Ana. En la parte que corresponde a la calle del Príncipe, el edificio principal es, claro está, el Teatro Español, cuya evolución durante la segunda mitad del siglo XX y el siglo XXI podemos observar en el cine (y de cuyo interior nos ocuparemos en otra entrada):
Los ángeles del volante (Ignacio F. Iquino, 1957)
Dulces horas (Carlos Saura, 1982)
La fría luz del día (Mabrouk El Mechri, 2012)
El Teatro Español se fue ampliando a lo largo del tiempo y terminó absorbiendo los edificios que estaban a su izquierda (si miramos desde la plaza de Santa Ana). En el primer fotograma vemos que existe todavía el edificio más cercano al teatro, en el segundo vemos una valla que tapa el solar resultado de su derribo, y en el tercero el teatro ya hace esquina con la calle Manuel Fernández y González, su estado actual.
Algo curioso es que en el edificio del número 23, hoy inexistente, estuvo desde principios del siglo XX la Casa de los Actores, perteneciente a la Asociación de Artistas Dramáticos y Líricos Españoles, una especie de casino o círculo para el disfrute de sus socios, mayormente actores de teatro.
Antes de llegar al cruce con la calle Huertas, aún tenemos otro escenario cinematográfico en el edificio del número 27. Es aquí donde supuestamente vive Benigno, el enfermero del maravilloso melodrama Hable con ella (2002), aunque, como veremos, el interior del piso está en otro número de la calle, un poco más adelante. Descubrimos la entrada y el portal cuando Marco, después de entrevistarse con Benigno, el enfermero, en la cárcel, le alquila su piso. Las llaves se las entrega la portera de porteras del cine español (con permiso de doña Julia Caba Alba, que también hizo alguna vez ese papel): Chus Lampreave.
Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002)
Encontramos un plano muy similar al de la última imagen en una película dos años posterior, la comedia dramática Cachorro (2004). En este portal vive Pedro, un dentista soltero con una intensa vida social y sexual que de repente tiene que hacerse cargo de su sobrino de once años. En esta imagen lo vemos con la portera, interpretada aquí por Josele Román.
Cachorro (Miguel Albadalejo, 2004)
Vemos imágenes de la puerta y el portal muy similares a las de Hable con ella, pero con mayores detalles. En la curiosa puerta, por ejemplo, nos permite apreciar la escultórica reja interior (que, por cierto, actualmente está a la vista desde la calle, pues los cuarterones de madera que la protegían se han sustituido por cristales):
Cachorro (Miguel Albadalejo, 2004)
Uno de los balcones de la casa de Pedro da a la calle del Prado, y desde él se puede ver el edificio de enfrente, la otra esquina de las calles del Príncipe y del Prado, número 29 de la calle por la que paseamos:
Cachorro (Miguel Albadalejo, 2004)
En el en esos momentos un tanto desvencijado edificio todavía se puede distinguir el rótulo de la Compañía Española de Seguros, promotora del edificio, que también fue el almacén de zapatos La Imperial. En su planta baja estuvo también el Banco Vizcaya, que parece ser la oficina comercial que vemos en segundo plano en esta escena de la comedia Manolo, guardia urbano (1956). El protagonista, acompañado de un par de amigos, dobla la esquina para ir a tomar algo a la Cervecería Alemana de la Plaza de Santa Ana. En la esquina en la que se encuentran se aprecia parte del rótulo de las pañerías Gascona, que tenían su entrada en la calle del Príncipe, número 24:
Manolo, guardia urbano (Rafael J. Salvia, 1956)
El edificio de la Compañía Española de Seguros hoy es un hotel que se abrió en 2006. En el periodo de abandono y preparación de reformas, sus amplias cristaleras fueron causa de una trágica historia de amor totalmente unidireccional. En Hable con ella (2002), una de las plantas de este edificio, totalmente diáfana, se convirtió en la academia de baile Decadance, a la que asiste Alicia (cuyo nombre adoptó el actual hotel).
Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002)
Benigno, que vive en el número 26 de la calle del Príncipe (aunque la entrada que vemos en la película corresponde al 27), sale al balcón a regar las plantas, la ve y queda absolutamente prendado de ella. Poco imagina que por la fuerza del azar ella terminará estando un largo tiempo bajo sus cuidados.
Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002)
Frente al balcón de Benigno, el edificio que vemos es la iglesia de San Ignacio de Loyola, un templo neorrománico en el que se puede oír la misa en euskera cada domingo. También se ve muy bien cuando, tiempo después de todo esto que estoy contando, Marco va a la casa mientras Benigno está en la cárcel:
Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002)
Un día que Benigno está, como siempre que puede, asomado al balcón, ve a Alicia salir de la academia y pasar por delante del templo. Ella abre su bolso y, sin que se dé cuenta, se le cae una cartera. Benigno sale corriendo de su casa, coge la cartera y va tras ella:
Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002)
La alcanza a la altura del bar El Parnasillo del Príncipe, en el número 33. Ella al principio está enfadada pensando que la está siguiendo, pero cuando le devuelve la cartera le permite acompañarla hasta su casa en la calle Almagro.
Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002)
El Parnasillo es deudor en el nombre de la tertulia del café del Príncipe, que estaba situado al lado del Teatro Español en el Madrid decimonónico. A la tertulia acudían los escritores románticos (Espronceda, Larra, Zorrilla, por ejemplo), pero el azulejo de un lateral del bar que vemos en la segunda imagen representa a don Benito Pérez Galdós, más realista que nadie.
La misma vista, pero con perspectiva más amplia del local y de la calle, tenemos en la última película de hoy: el perturbador drama psicológico Mantícora (2022).
Mantícora (Carlos Vermut, 2022)
Julián, el veinteañero pero atormentado protagonista de la película, vive al principio de ella en el número 35, del que le vemos entrar y salir.
Mantícora (Carlos Vermut, 2022)
Se muda a otra casa huyendo de sus propios sentimientos pero una fuerza interior que puede más que él le atrae de nuevo hacia ella... Nada más puedo contar.
Mantícora (Carlos Vermut, 2022)
Este es el mismo edificio en el que, según reza una placa del Ayuntamiento, vivió durante décadas la familia Dominguín, uno de cuyos miembros, el torero Luis Miguel, además de tener una relación sentimental con una actriz famosa (Ava Gardner) y de casarse con otra (Lucía Bosé), trabajó como actor en varias películas.
En su esquina con la calle Huertas, se grabó esta imagen que aparece en la serie Su Majestad (2025):
Su Majestad, capítulo 3 (Borja Cobeaga y otros, 2025)
El capítulo comienza con una serie de imágenes de banderas españolas deshilachadas, destrozadas, en los balcones de diferentes barrios. Se constata así la pérdida de popularidad de Su Majestad, acusado de corrupción, que ha tenido que ser sustituido precipitadamente por su hija. ¿De qué nos suena?
Calle del Príncipe. Cinematográfica. Histórica. Interesante. Espero que pasearla te haya colmado.
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