Madrid y el cine: Hard Rock Café y Cuevas de Sésamo

En la última década del siglo XX, concretamente en 1994, se abrió en Madrid, con mucho bombo y platillo, el Hard Rock Café, perteneciente a la cadena estadounidense Hard Rock International, presente en más de setenta países. Tras haber sido inaugurado por el mismísimo Chuck Berry, pronto se convirtió en el lugar al que había que ir sí o sí.

Y allí, en el número 2 del Paseo de la Castellana, muy poco después  se encuentran varios de los protagonistas de la comedia noventera Boca a boca (1995), muy representativa del optimismo imperante en la época y con algunos momentos descacharrantes. 


Boca a boca
Boca a boca (Manuel Gómez Pereira, 1975)

En la escena, desarrollada en su mayor parte en el interior, podemos apreciar la decoración del local, con sus rascacielos invertidos en el techo y sus objetos de coleccionismo musical en las paredes:


Boca a boca
Boca a boca (Manuel Gómez Pereira, 1975)

Pero este café-hamburguesería, al que asistía asiduamente hasta el actual rey de España cuando aún no lo era, cerró hace dos años. Es decir, ha tenido una efímera vida de un cuarto de siglo, y aunque cuando cerraron anunciaron que lo abrirían en otro lugar, lo cierto es que no se han vuelto a tener noticias.


Muy distinta es la historia del otro local en el que nos adentramos hoy: las Cuevas de Sésamo, un pequeño local escondido, con un sótano aún más escondido, en el número 7 de la calle del Príncipe. Abierto en 1950 por una pareja española que había viajado a París y había quedado prendada de sus cafés bohemios y la estética del movimiento existencialista, tuvo su época de auge entre finales de los años 50 y los años 80. 

En este café-taberna se rodó la escena más triste de la magnífica tragicomedia El pisito (1959):


El pisito
El pisito (Marco Ferreri, 1959)

Tras la boda del ya madurito Rodolfo con su anciana casera para conseguir, a la muerte de esta, una vivienda digna,  Rodolfo y su novia, la también entrada en años Petrita, van a las Cuevas de Sésamo. Allí, rodeados de parejas más jóvenes, llenas de pasión y de ilusiones, que se abrazan y se besan aprovechando el ambiente permisivo y la oscuridad del lugar, se dan cuenta de que han perdido los que podían haber sido los mejores años de su relación. Dice Petrita:

Debimos casarnos antes, Rodolfo, aunque hubiéramos tenido que vivir en una chabola

En la escena no faltan detalles de los elementos más característicos de la decoración y la ambientación del local: las frases poéticas escritas en los muros, la cabeza de caballo del Partenón de Atenas, los cuadros y murales y el pianista. 


El pisito
El pisito (Marco Ferreri, 1959)

Del mismo año es la película Bombas para la paz, una comedia con un absurdo argumento que no consiguen levantar ni el protagonista, Fernando Fernán Gómez, ni el resto del estupendo elenco. Fernán Gómez encarna a un científico que tiene la fórmula de una sustancia que convierte a todo el mundo en una persona pacífica; con ella preparada, viaja a París para participar en una cumbre internacional donde pretende conseguir la paz mundial. En el avión conoce a una preciosa azafata con la que queda en París, y ahí es donde entra en juego nuestro café, que se convierte en esta película en un café parisino en el que una cantante con pelo corto y vestida a la moda existencialista canta en francés acompañada por el sempiterno piano.

Los murales y las frases (todas en francés para esta ocasión) son subrayados cinematográficamente:


Bombas para la paz
Bombas para la paz (Antonio Fernández-Román, 1959)

Igualmente, aparece como elemento central de algunos fotogramas la cabeza de caballo de Fidias:


Bombas para la paz
Bombas para la paz (Antonio Fernández-Román, 1959)


Y después de un barrido mostrando la parisinidad del lugar, entra nuestra pareja:


Bombas para la paz
Bombas para la paz (Antonio Fernández-Román, 1959)

Hacia ellos se dirige inmediatamente el camarero, y entre los tres se produce el siguiente intercambio:

ELLA. Café.

ÉL. Sí, café.

CAMARERO. ¿A lo Sartre o a lo Kierkegaard?

ÉL. A lo que usted quiera, pero con leche.


En las Cuevas de Sésamo se rodó también una escena de un melodrama romántico de los años 60, El juego de la oca (1966). Esta película es la crónica de una típica historia de infidelidad, pero, considerando su época y la ausencia total de moralina, además de su buena factura fotográfica, no deja de tener su interés. 

El juego de la oca
El juego de la oca (Manuel Summers, 1966)


Pablo, casado, y Ángela, una compañera de trabajo, están a punto de iniciar una relación amorosa. Es su primera salida, que se ha producido de un modo totalmente casual. Como no se conocen mucho, la decoración y los clientes del local les dan pie para conversar.

ELLA. ¡Cuántos cuadros!

ÉL. ¿Te gusta? Aquí vienen muchos existencialistas, esos de barba y jersey gordo.

Algunos detalles sociológicos de esta escena nos llaman poderosamente la atención y nos resultan hoy muy costumbristas: esta pareja joven pide Moriles para tomar y ella se lleva el cenicero como recuerdo (esto último se justifica casi como un deporte nacional).


Y de esta joven pareja de clase media y bastante convencional, bien vestida y bien peinada, pasamos a los intelectuales de izquierdas de la Transición: una mezcla de jóvenes, barbudos y melenudos ellos, guapas y melenudas ellas, con maduritos que ocupan cargos de postín en organismos culturales. Estos son los personajes que fraguan en las Cuevas de Sésamo una nueva revista contracultural en la película  Jaque a la dama (1978), cuyo guion fue escrito por el propio director y no está basado en la novela de Jesús Fernández Santos, del mismo nombre pero unos años posterior. Un irregular drama que narra una historia de amor imposible entre mujeres, una historia de lesbianismo reprimido tratado con muchos matices.


Jaque a la dama
Jaque a la dama (Francisco Rodríguez Fernández, 1978)

Como todas las películas que se han ambientado en este lugar, esta también presta atención a la decoración y las frases del lugar, que han ido renovándose con el tiempo. Terminamos con una de ellas:


Jaque a la dama
Jaque a la dama (Francisco Rodríguez Fernández, 1978)

Dos lugares con trayectorias muy diferentes: el primero nos habla de la futilidad de la moda que arrasa; el segundo, de la constancia y la permanencia de la poesía. Pero ambos tienen cabida en el fabuloso mundo del cine.


Postdata.- Lamentablemente, en 2024 las Cuevas de Sésamo también han cerrado de forma definitiva.


Comentarios

  1. Falta la frase típica del lugar que anuncisvo.la última, por Lemos no la veo. La escena del pisito resume.toda la película, mas vale oro sin pido que piso sin amor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, Alfredo, pero no entiendo qué quieres decir desde "Falta la frase típica" hasta "Lemos no la veo". Hay algunas erratas.

      Eliminar
  2. Perdón mi error al escribir, quise decir: "al menos no la veo"

    ResponderEliminar
  3. Me refiero al párrafo penúltimo que acaba con: "...y las frases del lugar...y terminamos con una de ellas". Creo que falta la frase.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola de nuevo, Alfredo. La frase que anuncio es la que aparece a continuación en la foto: "Lo que permanece lo fundan los poetas". De ahí mi comentario posterior sobre la permanencia de la poesía.

      Eliminar

Publicar un comentario