Ruta cinematográfica por el barrio de los Jerónimos (1)

Este barrio señorial y tranquilo es tan frecuentado por los cineastas -por su belleza y por la comodidad de sus anchas calles para rodar- que tendremos que dedicar varias entradas a comentar el nutrido grupo de películas filmadas en él. Nos limitamos hoy a dos calles y un poquito, casi nada, de otras dos, en un recorrido corto pero jugoso, profuso en edificios de bellas formas y rejerías.

Nuestra ruta comienza muy cerca de la plaza de Cibeles, al comienzo de la calle Montalbán, sobrepasado el flanco derecho del edificio del Palacio de Comunicaciones. 

Justo aquí, a la izquierda, donde acaba el famoso edificio de Antonio Palacios. Acaban de sobrepasar este punto los protagonistas de una típica comedia navideña, Mensajeros de paz (1957):

Mensajeros de paz (José María Elorrieta, 1957)

Una vez entrados en la calle Montalbán, el primer gran edificio a nuestra derecha es el Cuartel General de la Armada, una enorme mole neogótica inaugurada en 1928. El mismo que se ve a la espalda de Crisanto, el inspector de policía protagonista del noir El arreglo (1983), una película muy propia de la Transición, con algunos aciertos pero muchos defectos, sobre todo en lo que atañe a su sonido.

El arreglo (José Antonio Zorrilla, 1983)

Seguramente inaccesibles para nosotros en estos momentos, nada más traspasar la enorme puerta de este cuartel se encuentran unas impresionantes escaleras de mármol de Carrara de un tono oscuro. Pero para eso está el cine, y en la rocambolesca comedia El oro de Moscú (2003) -que recuerda un tanto a las últimas películas de Berlanga, pero con demasiados toques torrenteros- podemos verlas. Un grupo de chiflados intenta llegar al Banco de España a través de las alcantarillas; se equivocan, claro, y aparecen en los jardines del Palacio de Buenavista, en la actualidad Cuartel General del Ejército de Tierra; un soldado los ve y lanza la alarma, pero, curiosamente, la cámara nos traslada al interior del edificio y nos hallamos en el Cuartel General de la Armada, cuyas escaleras son más vistosas para rodar:

El oro de Moscú (Jesús Bonilla, 2003)

Sigamos por la acera del cuartel para contemplar de frente lo que estaba mirando el inspector Crisanto en la primera foto. Es el portal del número 3 de esta calle, un edificio de viviendas construido para Ramón Godó -político y empresario nombrado conde de Godó por Alfonso XIII- en el que se celebraron -por decirlo de alguna manera- dos de las reuniones preparatorias del golpe de estado que llevó a la guerra en 1936, en casa de un teniente coronel de marina jubilado y con la asistencia, entre otros, de José Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera. En este lugar trabaja, en una gestoría, la mujer a la que Crisanto espera:

El arreglo (José Antonio Zorrilla, 1983)

Sigamos hasta la esquina con la calle Alfonso XI. Cruzando a la otra acera, contemplemos el enorme edificio que queda a nuestra vista en el lado izquierdo; se trata de otro edificio de viviendas de lujo en alquiler construido para el conde de Godó, que recibió en 1914 el premio del Ayuntamiento de Madrid a la mejor casa de la ciudad. Hacia allí mira Rober, que va en busca de su víctima, Daniel, un prestigioso director de teatro al que va a hacer creer que es su hijo abandonado hace muchos años; todo ello ocurre en Éxtasis (1995), un interesante drama con tintes de thriller:

Éxtasis (Mariano Barroso, 1995)

Rober acudirá después muchas veces a esta lujosa casa, tanto de día como de noche, e incluso llegará a vivir allí un tiempo:

Éxtasis (Mariano Barroso, 1995)

El cartel publicitario del segundo fotograma no es casual: La vida es sueño es la obra que dirige actualmente Daniel, que desea que Rober sea el protagonista. Su compenetración va a más, y Rober consigue fácilmente las llaves de la casa una vez que vuelve con Daniel borracho, al tiempo que nosotros conseguimos ver un poco del portal de este fastuoso edificio:

Éxtasis (Mariano Barroso, 1995)

Crucemos ahora a la acera de los impares y caminemos unos pasos, muy pocos, cuesta arriba. Al fondo de la calle vemos, caminando hacia nosotros, a Lucía, la ex de Iván, el amante de Pepa, la protagonista del fantástico melodrama en tono de comedia Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Lucía se dirige a la casa de Pepa, en el número 7 de esta calle, y no con buenas intenciones.

Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988)

En varios momentos de la película podemos apreciar detalles del portal de este edificio modernista, construido como viviendas para el marqués de Morella en 1905:

Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988)

Es en este portal donde la estereotipada portera magníficamente interpretada por Chus Lampreave le dice a Iván esa frase que ha quedado para la posteridad:

- Lo siento, señorito, pero yo soy testiga de Jehová y mi religión me prohíbe mentir. (...) ¡Ya me gustaría a mí mentir! Pero eso es lo malo de las testigas, que no podemos. Si no, ¡aquí iba a estar yo!

Damos unos pasos más hacia arriba y tendremos enfrente el número 10 de la calle, otro edificio señorial que aparece en la misma película:

Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988)

En la misma acera por la que caminamos, un poco más arriba, está el número 11, en cuyo local comercial entra Gonzalo, uno de los dos protagonistas de la entretenida comedia picaresca Truhanes (1983):

Truhanes (Miguel Hermoso, 1983)

A espaldas de Gonzalo, a través del escaparate, vemos la otra acera, y en concreto una parte del edificio ubicado en el número 12, el Museo Nacional de Artes Decorativas. De 1878, fue construido para la duquesa de Santoña, y alberga este museo desde 1934.

Y subiendo un poco más, nos hallamos en el portal número 13, que hace esquina con la calle Alfonso XII, y ya casi podemos oler el verde del Parque del Retiro:

Truhanes (Miguel Hermoso, 1983)

De la calle Alfonso XII hoy lo vamos a ignorar casi todo, pues por sí sola merece más espacio y dedicación. Giremos a la derecha y caminemos por ella hasta la esquina con la calle Juan de Mena. El edificio de esta esquina, número 18 de la calle Alfonso XII y 16 de la calle Juan de Mena, hoy hotel Petit Palace Savoy, fue el palacio del conde de la Puebla del Maestre y se construyó en 1918. Es a este palacio a donde se dirige el muchacho protagonista de la bellísima Nueve cartas a Berta (1966) en busca de algún rastro de su añorada Berta, y a su alrededor encuentra, sobre todo, obras:

Nueve cartas a Berta (Basilio Martín Patino, 1966)

Lorenzo, no obstante, no se amedrenta, entra en el portal y sube las escaleras:

Nueve cartas a Berta (Basilio Martín Patino, 1966)

Este palacio aparece también en el abominable engendro Desde que amanece apetece (2006), cuando Lorenzo envía a este lugar a su ignorante e inmaduro sobrino Pelayo, con la advertencia de que va a un sitio elegante:

Desde que amanece apetece (Antonio del Real, 2006)

Sigamos apreciando este bello edificio en la parte que da a la calle Juan de Mena. Para ello, descendamos unos pasos hasta encontrarnos con Javier y Desiderio; el primero ahora cura y antes capitán del segundo, ahora taxista. Desiderio no puede creer el cambio. Todo ello ocurre en el drama religioso Balarrasa (1951), de buena factura aunque a veces ñoño mensaje.

Balarrasa (José Antonio Nieves Conde, 1951)

Las bonitas rejerías que vemos en la parte superior de los fotogramas corresponden al mismo edificio, el palacio del conde de la Puebla del Maestre. La mercería La Palmera llama la atención retrospectivamente, pues es este un barrio, en la actualidad, en el que han desaparecido los comercios y bares normales de toda la vida. Y no es el único local de este tipo que vemos en la película:

Balarrasa (José Antonio Nieves Conde, 1951)

Ya en el número 14 de la calle, vemos que había una tienda de materiales de construcción y una taberna popular, Casa Patricio, que es el bar que frecuenta Desiderio. Hoy, en lugar de estos comercios, encontramos restaurantes de lujo y refinados centros de estética, cuando no directamente locales que han desaparecido y se han integrado en las viviendas.

Retrocedamos para volver a la calle Alfonso XII y giremos de nuevo a la derecha. En el número siguiente, el 20, estamos ya en la esquina con la calle Antonio Maura. Atención al anuncio del portal: ¡se vende un ático, magnífica oportunidad! Es lo que piensa Carmen, la protagonista de la comedia Cómo ser infeliz y disfrutarlo (1994), de esas típicas comedias madrileñas de los 80 y 90 en las que la gente infeliz busca áticos con vistas al Retiro para consolarse.

Cómo ser infeliz y disfrutarlo (Enrique Urbizu, 1994)

En este edificio, que veremos ahora en su fachada hacia la calle Antonio Maura si giramos a la derecha, vive la protagonista del drama La viuda del capitán Estrada (1991), ambientado en los años 40; una mujer misteriosa y atractiva que vivirá una pasión destructiva.

La viuda del capitán Estrada (José Luis Cuerda, 1991)

Una pasión tardía pero siempre a tiempo surge entre otros dos habitantes de este edificio: Elsa y Fred, octogenarios, viven su historia de amor a pesar de todo y de todos en la amable comedia romántica (coproducción hispano-argentina) Elsa & Fred (2005):

Elsa & Fred (Marco Carnevale, 2005)

Crucemos ahora a la acera de los números pares y bajemos por la calle Antonio Maura hasta el número 16, un edificio de 1922 construido como viviendas dúplex para la Sociedad Zuazo-Ulargui (los apellidos de sus dos arquitectos). Es aquí donde reside Andrea, la chica de la pareja protagonista del magnífico cortometraje Arquitectura emocional 1959 (2022):

Arquitectura emocional 1959 (León Siminiani, 2022)

Estamos casi en los años 60 y el llamado ascensor social está empezando tímidamente a funcionar en España. Algunos jóvenes de las clases trabajadoras llegan a la universidad, donde, en aquellos tiempos (hoy ya no), todas las clases sociales se encontraban y se conocían. Andrea, de familia burguesa, vive en el barrio de los Jerónimos, en un edificio en el que intervino Secundino Zuazo antes de la guerra civil; Sebas también vive en un edificio del mismo arquitecto, pero en una colonia de pequeños pisos para los trabajadores de la EMT construida en los años 40. ¿Es el alma constructiva de este gran arquitecto lo que va a hacer que rompan las barreras que los separan? No sabemos, pero cuando termina el corto queremos pensar que sí. 

A continuación de este edificio, está el número 14, la casa donde vivió María Zambrano desde que volvió a España de su exilio, en 1984, hasta su muerte en 1991. Igual que su casa de antes de la guerra (en la plaza del Conde de Barajas), esta aparece en el falso documental María querida (2004) dedicado a ella, que cumple dignamente con su memoria aunque de manera un tanto floja desde un punto de vista cinematográfico.

María querida (José Luis García Sánchez, 2004)

La casa de María Zambrano hace esquina con la calle Alfonso XI. Si miramos hacia la izquierda, veremos al fondo el Salón de Reinos (antiguo Museo del Ejército), y también a César -el protagonista del intrigante drama psicológico con visos de ciencia-ficción Abre los ojos (1997)- y a su amigo Pelayo. 

Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997)

Torturado por su cara deforme y por los celos, César corre sin rumbo por el barrio para terminar cayéndose y durmiendo su borrachera en el suelo. Aquí lo vemos pasando delante de la fachada del número 9 de esta calle, en la acera de enfrente de donde estamos:

Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997)

Ya es de día cuando Sofía lo ve sentado en el suelo, delante de la fachada del número 7, le pide perdón por su rechazo y besa sus cicatrices.

En el número 9, donde antes vimos correr a César, vive Elena, la protagonista del drama El ciclo Dreyer (2006), muy criticado en la época de su estreno pero que tiene, en mi opinión, cierto interés, tanto histórico como cinematográfico. Esta imagen aparece justo al comienzo de la película, ambientada en los 60, marcando el ambiente burgués en el que esta se va a desarrollar; el edificio, de 1881, fue la casa-palacio de don Luis de Navas.

El ciclo Dreyer (Álvaro del Amo, 2006)

También el número 9 de Antonio Maura tiene protagonismo en el entretenido thriller policiaco El asesino de los caprichos (2019), pues en él tiene lugar el primer asesinato relacionado con los Caprichos de Goya. La policía ha llegado ya al lugar:

El asesino de los caprichos (Gerardo Herrero, 2019)

Durante la conversación entre la detective y su ayudante tenemos también oportunidad de volver a ver los números 16 y 14 de la calle:

El asesino de los caprichos (Gerardo Herrero, 2019)

Mientras su ayudante toma declaración a los testigos, la detective escruta los alrededores. Acompañando su mirada, nos fijamos en bellos detalles de esta calle, como el mirador de la esquina del número 7:

El asesino de los caprichos (Gerardo Herrero, 2019)

O el pequeño torreón del número 12:

El asesino de los caprichos (Gerardo Herrero, 2019)

Continuando por la acera de los números pares, llegaremos al número 6, donde tiene un piso Alfonso, el rico amigo descerebrado -bien que psiquiatra al mismo tiempo- del protagonista, Enrique, en el interesante drama Amores locos (2009), que gira alrededor de la obsesión de Julia, vigilante de sala del Museo del Prado, con un cuadro de la escuela flamenca.

Amores locos (Beda Docampo Feijóo, 2009)

En esta misma casa, que es el último punto de nuestro recorrido, viven Gregorio y María, burgueses de pro, en la tópica comedia Señor, dame paciencia (2017), con un humor basado excesivamente en los estereotipos que aparentemente quiere combatir. 

Señor, dame paciencia (Álvaro Díaz Lorenzo, 2017)

La muerte de María dará lugar a una mayor convivencia de Gregorio, un hombre ultraconservador, con sus hijos, lo que resulta insoportable para todos. Aquí, en nuestra acera, vemos a parte de su familia esperando para salir de viaje junto con él. De paso, admiramos la bella casa que hace esquina con la calle Ruiz de Alarcón.

Señor, dame paciencia (Álvaro Díaz Lorenzo, 2017)

Ahora puedes seguir bajando unos pasos y terminar el paseo en la plaza de la Lealtad. Nuevo escenario para una futura ruta.

Como siempre, y aunque el paseo es sencillo, un mapa para orientarte:

Agradecimientos

A Julio García Moutón, del grupo de Facebook Madrid y el cine, gracias al cual pude localizar la escena de la película Balarrasa.