Los Madriles de dos pioneras: Alexandre y Mariscal

Ciudad, urbano. Son palabras que aparecen en los títulos de dos películas rodadas en Madrid: Segundo López, aventurero urbano (1953) y La ciudad perdida (1955). El lugar y la década en que se produjeron y estrenaron no son lo único en lo que coinciden, pues se trata de las dos primeras películas rodadas por directoras españolas en la capital.

Ambas nacidas en 1923, Ana Mariscal y Margarita Alexandre fueron, además de directoras, actrices y productoras. Para la primera, Segundo López, aventurero urbano fue su primera película como directora; para la segunda, La ciudad perdida fue su primer largometraje de ficción, y lo hizo en codirección con su pareja, Rafael Torrecilla. 

Ambas empezaron en el mundo del cine como actrices en los años 40; ambas vivieron y trabajaron un tiempo allende los mares (Mariscal, dos años en Argentina; Alexandre, once en Cuba); ambas terminaron sus días en la ciudad donde rodaron estas dos películas, aunque con veinte años de diferencia, pues Margarita Alexandre llegó a los 92 años. La mayor disidencia se produce en su ideología: Mariscal se situó a la derecha; Alexandre, a la izquierda.

Las dos películas narran la llegada de un hombre a la ciudad: Segundo López viene desde su tierra natal, Cáceres, a buscarse la vida; Rafael, exiliado político que ha vuelto clandestinamente a España, busca en su ciudad natal un escondite tras la muerte de sus compañeros a manos de la policía. Las dos películas tienen influencia del neorrealismo italiano en su tono documental y en el uso intensivo de escenarios naturales; más aún, en Segundo López los protagonistas, como suele ocurrir en los primeros años del neorrealismo, no eran actores profesionales. Difieren, no obstante, en el género: mientras que Segundo López es sobre todo costumbrista, La ciudad perdida es fundamentalmente un noir.

A pesar de que tanto Segundo como Rafael recorren buena parte de Madrid, son pocos los escenarios en los que coinciden: dos, precisamente dos escenarios que son emblemas de la modernidad y la madrileñidad en esta época. Uno de ellos es la Plaza de España, inexcusable localización en el cine de los 50, pues en ella se acababa de alzar el edificio que simbolizó una vuelta al camino de la modernidad: el edificio España, que aparece en los fotogramas contrastando con el bello y clásico edificio de la Real Compañía Asturiana de Minas:


Segundo López, aventurero urbano
Segundo López, aventurero urbano (Ana Mariscal, 1953)


La ciudad perdida
La ciudad perdida (M. Alexandre y R. Torrecilla, 1955)

El otro, la calle Alcalá en su confluencia con la Gran Vía, imagen de imágenes de nuestra ciudad:


Segundo López, aventurero urbano
Segundo López, aventurero urbano (Ana Mariscal, 1953)


La ciudad perdida
La ciudad perdida (M. Alexandre y R. Torrecilla, 1955)

Fuera de estas dos coincidencias, su continuo deambular por la ciudad, aventura para Segundo y pérdida para Rafael, les lleva por caminos diferentes. Vemos a Segundo en la plaza de Cibeles, en el parque del Retiro, en la Puerta del Sol, frente al Palacio Real, en la ermita de San Isidro, frente a la plaza de toros de Ventas, en las ruinas de la Casa de Vacas de la Casa de Campo; Rafael camina hasta la plaza del Cordón, donde vivió con su familia antes de la guerra, por el Paseo de la Florida, frente a San Jerónimo el Real, por la plaza de Manuel Becerra.

Sin embargo, las dos películas coinciden también, si no en un escenario concreto, en un tipo de escenario vital para la vida, y por ende el cine, de la época: las estaciones de tren.

Segundo López llega desde Cáceres en tren a la estación de Delicias, que estaba todavía en funcionamiento; lo vemos de espaldas, abrigado con una especie de batín de cuadros de andar por casa, camino de su aventura urbana:


Segundo López, aventurero urbano
Segundo López, aventurero urbano (Ana Mariscal, 1953)

A esta misma estación vuelve una mañana siguiendo al Chirri, un pilluelo al que ha conocido vagabundeando y buscándose la vida por las calles de Madrid y al que quiere proteger y llevar por el buen camino:

Segundo López, aventurero urbano
Segundo López, aventurero urbano (Ana Mariscal, 1953)

La secuencia nos permite distinguir detalles de los alrededores de la estación, como la antigua fábrica de cerveza El Águila:


Segundo López, aventurero urbano
Segundo López, aventurero urbano (Ana Mariscal, 1953)

Rafael no llega a Madrid en tren sino andando, huyendo de la policía. Entra por Moncloa y camina por el paseo de la Florida hasta la glorieta de San Vicente, y por lo tanto pasa por delante de la Estación del Norte o Estación de Príncipe Pío:


La ciudad perdida
La ciudad perdida (M. Alexandre y R. Torrecilla, 1955)

Pero es en otra pequeña estación, hace tiempo desaparecida, donde se desarrolla la escena final y clave de la película. Rafael, en su desesperación por huir, para conseguir dinero ha secuestrado a una mujer rica por la que ha pedido un rescate; se esconde con ella en la antigua Estación del Niño Jesús, llamada así por su cercanía al hospital del mismo nombre. 


La ciudad perdida
La ciudad perdida (M. Alexandre y R. Torrecilla, 1955)

Las estaciones son el final de la historia en ambos casos. Fin de la aventura para el uno y pérdida total para el otro. Caminos de hierro que conducen a la ciudad y que de ella expulsan, y dos mujeres de hierro que pasaron por encima de trabas y menosprecios para dejarnos estos testimonios.

Para saber más:

- García López, Sonia (2016): El cuerpo y la voz de Margarita Alexandre.

- Iglesias, Mario (2016): Tras las huellas de Segundo López.

- Otero, Irene (2019): Mujeres en la historia del cine español (8). Ana Mariscal, una directora en el franquismo (I)

- Otero, Irene (2019): Mujeres en la historia del cine español (9). Ana Mariscal, una directora en el franquismo (II).

- París, Eva (2018): La ciudad perdida, único noir español dirigido por una mujer.



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