Madrid y el cine: Zonas no peatonales (1)

Aunque a muchísimos viandantes de Madrid no nos lo parezca, lo cierto es que, bien que muy lentamente, hemos ido recuperando espacios perdidos de la ciudad. 

El más emblemático de todos ellos es, claro, la Plaza Mayor. Desde el siglo XIX llegaban a ella tranvías, como los que aparecen en esta escena de la entretenida comedia Nadie lo sabrá (1953):


Nadie lo sabrá
Nadie lo sabrá (Ramón Torrado, 1953)


Poco después llegaron los autobuses de línea, como el que trae a la ciudad a Petrita en Chica para todo (1963), una comedia costumbrista sin más interés que la gracia de la actriz protagonista, Gracita Morales.

Chica para todo
Chica para todo (Mariano Ozores, 1963)

Chica para todo recién llegada del pueblo que, por cierto, nada más poner un pie en la ciudad es víctima de uno de los muchos timos con los que los listillos madrileños amargaban su primer día  a los paletos: le hacen creer que tiene que pagar una entrada a Madrid.

Y hasta los turistas podían darse una vueltecita admirando los detalles de la plaza, como ocurre en la película británica Honeymoon (Michael Powell, 1959) Acompañando a la cámara, podemos ver las antiguas pinturas murales de la Casa de la Panadería.




A medida que avanza la década de los 60, crece exponencialmente el número de coches que se desplazan por la ciudad y, por ende, el número de los que aparcan en la Plaza Mayor. Podemos verlo en el primer relato de la película ómnibus El arte de casarse (1966), una comedia bastante floja  en sus guiones (y llena de clichés con tinte sexista) aunque con un elenco de primera.

El arte de casarse
El arte de casarse (Jorge Feliu y José María Font, 1966)

Vespas y 600, como vemos, habían hecho ya su aparición en la plaza. Y empezaron a ser cada vez más necesarios esos antiguos bolardos que apreciamos en los fotogramas y de los cuales aún quedan algunos ejemplares por diferentes lugares del casco antiguo.


La plaza se había convertido en un verdadero aparcamiento y nada más (excepto en Navidades, cuando se instalaba el mercadillo), hasta tal punto que se daba a la estatua de Felipe III el nombre popular de Guardacoches Mayor del Reino. Podemos apreciarlo bien en la película estadounidense En busca del amor (1964), típica comedia romántica de chicas estadounidenses que viajan al extranjero y viven apasionadas historias de amor. Sin más.

En busca del amor
En busca del amor (The Pleasure Seekers, Jean Negulesco, 1962)

Nada tienen que ver las imágenes anteriores con las que veremos a continuación. En 1966 se prohíbe la circulación y el aparcamiento de vehículos y la arquitectura de la hermosa plaza se puede admirar mucho mejor en la escena del no-encuentro de Ana y Otto en Los amantes del Círculo Polar (1998), una película evocadora y enigmática, llena de amor profundo, símbolos y casualidades. Ana y Otto, enamorados desde niños, podrían haberse visto en la Plaza Mayor, y el espectador así lo desea, pero no llegan a verse:

Los amantes del Círculo Polar
Los amantes del Círculo Polar (Julio Médem, 1998)

Poco a poco, el espacio de los coches fue tomado por las terrazas... hasta hoy. Aunque hay excepciones: la semana pasada, con motivo de la cumbre de la OTAN en Madrid, la plaza fue asaltada por vehículos oficiales que nos retrotrajeron a sus peores tiempos.


La peatonalización de la Plaza Mayor fue, probablemente, la primera de la ciudad. Tuvieron que pasar un par de décadas más y tuvo que doblarse, triplicarse, casi centuplicarse, el número de coches que circulaban por la ciudad para que comenzaran a tomarse decisiones similares aunque de alcance bastante limitado. 

Un espacio que hoy ocupa casi en su totalidad el peatón es la plaza de Ramales, que actualmente tiene solo en un lateral una calzada que une las calles Requena y Vergara, dejando el resto del espacio para el caminante. En los años 50, por el contrario, la plaza era en realidad una glorieta para la circulación, rodeada de estrechas aceras para el peatón. Así la vemos en una película policiaca, Persecución en Madrid (1952), muy representativa del género en la época. Nada excepcional, pero bien construida y con buen ritmo, en fin, una película que se deja ver. 


Persecución en Madrid
Persecución en Madrid (Enrique Gómez, 1952)

Los fotogramas recogen dos de los edificios más representativos del entorno: en el primero, la casa palacio de Domingo Trespalacios, del siglo XVIII y el más antiguo de la plaza, y en el segundo, en el lado derecho, la casa palacio de Ricardo Augustin, de 1922, el edificio más llamativo de la plaza. Lo que no vemos, en la planta baja de este último edificio, el Café de los Austrias, que se abrió en 1989.

La supuesta plaza se convirtió en una glorieta, con un centro mínimo para distribuir el tráfico, como vemos a la izquierda de este fotograma de la comedia Eva, limpia como los chorros del oro (1977):


Madrid y el cine: zonas no peatonales
Eva, limpia como los chorros del oro (José Truchado, 1977)

Poco a poco, por su proximidad a la plaza de Oriente, la Puerta del Sol y la Plaza Mayor, esta plaza se fue degradando y convirtiendo en un aparcamiento al aire libre por el que no apetecía pasar. En los años 90, cuando se rodó allí una escena de la comedia Los peores años de nuestra vida (1994), una bien construida e interpretada comedia juvenil, todavía la circulación rodada dominaba la plaza. En este fotograma, en el que los tres protagonistas salen de la calle Amnistía para llegar a la plaza, podemos ver aún coches aparcados:


Los peores años de nuestra vida
Los peores años de nuestra vida (Emilio Martínez-Lázaro, 1994)

Ya existía en este momento el café de los Austrias, cuya placa podemos ver a la izquierda. Pero aún faltaban unos años para poder disfrutar de esta plaza con pocos coches, porque no fue hasta 2003 cuando acabaron las obras que condujeron a su semipeatonalización.

Y este es el resultado, el que podemos ver en el magnífico cortometraje Eskiper (2012), una conversación de poco más de diez minutos entre un padre en paro y una de sus dos hijas en la que lo que no se dice es tan importante como lo que se dice. Casi toda la conversación se desarrolla en la plaza de Ramales, en uno de los bancales de piedra que se instalaron tras la reforma:


Eskiper
Eskiper (Pedro Collantes, 2012)

Dos lugares para caminar y para disfrutar sin peligro. Dos lugares para la vida. Continuará, y cada vez más habrá más espacios liberados de los que hablar y en los que filmar, esperemos...






Comentarios

  1. Me acabo de encontrar este blog y lo he disfrutado mucho. Sigue por favor con el trabajo. Y si un día organizas una ruta, cuenta conmigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, Javier. Aquí seguiremos

      Eliminar

Publicar un comentario