Madrid y el cine: Esqueletos del Museo de Ciencias

Los museos aparecen en el cine con relativa frecuencia: lugares de visita, de encuentro y de interés cinematográfico intrínseco por su atractivo arquitectónico y la variedad de sus contenidos. Hoy nos vamos a uno que ha cambiado de nombre a lo largo de su historia, tal como nos muestran tres intrascendentes comedias de los años 60:    

Julia y el celacanto

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales


En el primer fotograma, de la película Julia y el celacanto (Antonio Momplet, 1961), aparece el antiguo nombre; en el segundo y el tercero de Pasa la tuna (José María Elorrieta, 1960) y Acompáñame (Luis César Amadori, 1966), el actual.

Julia y el celacanto cuenta la historia del descubrimiento fortuito de un raro pez, un celacanto, perteneciente a una especie que se creía extinguida, y cuyo cuerpo termina finalmente en el museo; quizá por eso el nombre antiguo les pareció más adecuado, pues da más sensación de antigüedad, pero en realidad este nombre había cambiado muchas décadas antes, en 1913.

En los otros dos fotogramas podemos ver, además del del museo, el nombre de una institución ya desaparecida: el Instituto José de Acosta, creado a finales de los años 30 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y que asumió toda la labor de investigación que llevaba a cabo el museo. Y no solo podemos ver ese nombre sino un trocito de la fachada de este edificio magnífico de hierro y ladrillo de finales del siglo XIX: el Palacio de las Artes y la Industria.


El museo es el lugar de trabajo de la protagonista del cortometraje mudo Cuando el alma despierta (1950). De allí la vemos salir y encontrarse con su novio, que la espera, acompañado de un hombre cuya sola visión la estremece, pues, siendo compañero suyo en otro trabajo, la acosó sexualmente (tema que constituye una verdadera novedad para la época).


Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales
Cuando el alma despierta (Joaquín Granados, 1950)

En el cine, este museo ha servido de lugar de cita para encuentros clandestinos. En una buena película de los 50 de género político-policial, obviamente de orientación anticomunista, allí se encuentran Diego Acuña, uno de los llamados "niños de Rusia", y uno de sus contactos. Diego ha vuelto a España aparentemente para reencontrarse con su familia, pero en realidad sigue colaborando con los comunistas soviéticos.


Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales
Murió hace quince años (Rafael Gil, 1954)

Los esqueletos de los grandes dinosaurios son el mayor atractivo visual para el cine. En especial, el enorme esqueleto del que vemos en los fotogramas de arriba, en realidad una réplica de un dinousario descubierto en 1899 en Estados Unidos. Esta réplica llegó a España en 1913 en 34 cajas que pesaban 4082 kilos y fue un regalo de un filántropo estadounidense. 


En la comedia universitaria Pasa la tuna (1960), el protagonista entra en el museo para ver a su padre, que trabaja allí como conserje:

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales
Pasa la tuna (José María Elorrieta, 1960)

Unos años más tarde, en la película policiaca Tela de araña (1963) (de buena factura pero flojo guion) volvemos a ver el mismo escenario, que sirve para el encuentro discreto de una mujer que está siendo vigilada y un enigmático hombre estadounidense. El encuentro es, justamente, bajo la réplica del esqueleto del gran dinousario. 

Tela de araña
Tela de araña (José Luis Monter, 1963)

Solo tres años después se desarrollan en el museo varias escenas de la típica y tópica comedia romántica y musical Acompáñame (1966). Mercedes, la protagonista, trabaja allí limpiando al principio de la historia, y la vemos en lugares menos frecuentes en las películas, como la sala de minerales, cuyos antiguos armarios de madera muchos lectores recordarán:


Madrid y el cine: el Museo de Ciencias
Acompáñame (Luis César Amadori, 1966)

Pero, de nuevo, es la sala de los grandes esqueletos la que tiene más presencia visual, y en ella Mercedes tiene una charla con un compañero seguida de un largo número musical:

Madrid y el cine: el Museo de Ciencias
Acompáñame (Luis César Amadori, 1966)


Un padre divorciado y su hija -la futura directora Gracia Querejeta- van al museo en Las palabras de Max (1978), una película bastante olvidada pero que se llevó el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Se pasean, charlando, entre los diferentes animales disecados expuestos con o sin vitrina:


Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales
Las palabras de Max (Emilio Martínez-Lázaro, 1978)


Y de nuevo entre esqueletos podemos ver a uno de los protagonistas de esa delicia metafílmica que es Sesión continua (1984). Federico Alcántara, director de teatro y cineasta, y en plena crisis matrimonial, ha sido entrevistado por una atractiva periodista; poco después, se la encuentra por la calle y acto seguido podemos verles en el museo.


Sesión continua
Sesión continua (José Luis Garci, 1984)

Escuchemos a los personajes:

- Ese tipo, ahí donde lo ves, el Diplodocus carnegiei, era herbívoro.

- ¿Y tú cómo lo sabes?

- Bueno... Conozco a su familia desde hace mucho tiempo. Ese individuo es un reptil dinousario del suborden de los saurisquios...

- Oye, dime una cosa: ¿tú eres feliz?

La timidez de él, que se esconde tras los detalles técnicos; la osadía de ella, que se lanza a los temas personales. ¡Y un contexto nada habitual para ligar!


En la comedia musical El otro lado de la cama (2002) también tienen protagonismo los esqueletos del museo pero la escena es totalmente diferente. Pilar ha conocido a Pedro una noche y a la mañana siguiente se presenta en su trabajo; Pedro está en el museo desarrollando una actividad didáctica con niños.

El otro lado de la cama
El otro lado de la cama (Emilio Martínez Lázaro, 2002)

Los colores son variados y brillantes y parece un museo diferente. Estamos en 2002 y esta película, que tiene el mérito de ser uno de los pocos musicales taquilleros de las últimas décadas, refleja un mundo optimista de treintañeros sin problemas laborales, con unas casas preciosas, solo preocupados por sus amores y su vida sexual.

Es en esta escena cuando la actriz María Esteve canta una edulcorada versión del tema Dime que me quieres, del grupo Tequila:



En nuestra última película, Volveréis (2024), los adultos también vuelven de la mano de los niños al museo. Álex, el chico de la pareja protagonista, lo visita con un amigo y su hijo, y durante un rato se le ve solo en el interior hablando por teléfono con su madre, a la que anuncia que su novia Ale y él se van a separar y que van a hacer una fiesta para celebrarlo (mismo mensaje que oímos durante toda la santa película puesto que se lo explican, casi con las mismas palabras, a medio Madrid).


Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales

Madrid y el cine: Museo de Ciencias Naturales
Volveréis (Jonás Trueba, 2024)

Un museo centenario, lugar muy socorrido para visitas -con hijos, amigos o ligues- y para encuentros clandestinos, al menos en el cine.

Bibliografía

- Museo Nacional de Ciencias Naturales. Historia del museo 

- Alaya, F. y Arrizabalaga, M. (2020): El dinousario que sorprendió a los madrileños hace un siglo, ABC.










Comentarios

  1. Me viene ahora a la memoria, «MI CALLE», 1960, de Edgar Neville. Cuando los golfillos están acostados, y con ellos su perro, este sueña que entra en el museo, y se lanza contra un buen hueso del Megaterio. Muy buen trabajo Marisa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Jorge, por el elogio y por la referencia (la verdad es que no recuerdo esa escena, tendré que ver de nuevo la película porque hace muchos años que la vi)

      Eliminar

Publicar un comentario