Madrid y el cine: Calle Bailén, 27

Al edificio de la calle Bailén, número 27, solamente se puede acceder o bajando o subiendo unas bonitas escaleras de piedra que unen la calle de la Morería con la calle Caños Viejos y la parte intermedia del Viaducto. Esto, que para los vecinos seguramente supone un quebradero de cabeza -o más bien de piernas-, ha sido y sigue siendo un reclamo para los cineastas, que han rodado en este entorno una y otra vez.

En el noir El crack II (1983), José Luis Garci nos regala una de sus espléndidas panorámicas de nuestra ciudad. En este caso, nos permite ubicar perfectamente el lugar del que estamos hablando. A la derecha tenemos el Viaducto; cuando este termina, si giramos a la izquierda, entramos en la calle de la Morería, de la que vemos, de frente, el número 11 y la casa de la esquina, que tiene su entrada por la Angosta de los Mancebos; pasado el portal del número 11, a la izquierda comienza una larga escalera que desciende pasando por delante del portal del número 27 de Bailén; este corresponde al edificio que vemos a la izquierda en primer plano, y que, esquinando en chaflán, ocupa también parte del comienzo de la calle de Caños Viejos.


Madrid y el cine: Calle Bailén, 27
El crack II (José Luis Garci, 1983)

Edificio y escaleras que se ven muy bien desde lo alto del viaducto, donde está, pensativo, Moncho, uno de los protagonistas de la comedia Verde doncella (1968).


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Verde doncella (Rafael Gil, 1968)

También lo vería Eva, la protagonista del drama La virgen de agosto (2019), si no estuviera mirando a un hombre que, al otro lado del viaducto, se ha saltado el parapeto y mira pensativo hacia abajo. Pero nosotros sí vemos tras ella el edificio.


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La virgen de agosto (Jonás Trueba, 2019)

Al día siguiente, 13 de agosto, Eva vuelve a casa también atravesando el Viaducto y ve de nuevo al hombre, Agos. Lo observa de lejos y le ve cruzar la calle Bailén para dirigirse hacia la calle Morería y después hacia las escaleras que conducen a Bailén, 27. 


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La virgen de agosto (Jonás Trueba, 2019)


Eva, un poco aburrida en su letargo de agosto madrileño, y bastante interesada por Agos,  decide seguirle. 


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La virgen de agosto (Jonás Trueba, 2019)

¿Cómo termina todo? Tendrás que ver la película. Nosotros seguimos nuestro recorrido cinematográfico.


El edificio de Bailén, 27 es bien visible desde otros lugares. Por ejemplo, desde el tramo de escaleras que sube de la calle Segovia a la calle Caños Viejos. Desde allí lo vemos a la derecha, mientras a la izquierda podemos contemplar, en estado ya ruinoso, la antigua Casa del Pastor, en el drama de coproducción hispano-estadounidense Las 10:30 de una noche de verano (1966):


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Las 10:30 de una noche de verano (Jules Dassin, 1966)

Desde un poquito más arriba de estas escaleras, Fede, camarero y chico para todo en una taberna de la calle Segovia, llama a gritos al Largo, miembro de una banda de gángsteres, para avisarle de que ha recibido una llamada telefónica en la taberna. La banda protagoniza la comedia paródica La pandilla de los once (1963):


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La pandilla de los once (Pedro Lazaga, 1963)

El Largo vive en Bailén 27, pero no en la esquina achaflanada. Quien escucha los gritos de Fede es su vecino Felipe, que se asoma al balcón mirador:


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La pandilla de los once (Pedro Lazaga, 1963)

El aviso del vecino coge a Felipe en la ducha, de lo cual se lamenta con estas palabras: ¡Lo de siempre, pa' una vez que se decide uno a ducharse! Así que entre secarse, vestirse y otros contratiempos, para cuando el Largo llega al teléfono de la taberna, la llamada ya se ha cortado y ha llegado en persona Ángel, el gángster que le llamó. Y eso que le hemos visto salir del portal despavorido y bajar corriendo las escaleras:

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La pandilla de los once (Pedro Lazaga, 1963)

El Largo no es el único personaje cinematográfico que vive en la calle Bailén 27. Tres décadas después tiene aquí un precioso piso el guionista y exdirector de cine Mateo Blanco, uno de los protagonistas del melodrama Los abrazos rotos (2009). Aquí lo vemos, ya con cierta edad y ciego, saliendo del portal:


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Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009)

Años antes, tuvo una intensa relación de amor con Lena, mujer de un hombre influyente y actriz a sus órdenes. El marido de Lena ordena a su hijo espiar a Mateo y Lena, y estas son las imágenes que capta de la casa:

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Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009)


Cuando Lena sale de casa de Mateo, desciende las escaleras y desde su parte baja descubre al hijo de su marido que está grabando. Se enfrenta a él, pero no va a poder impedir que las imágenes lleguen a manos de su marido:


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Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009)

Vemos también a Mateo regresar a casa después de una noche de importantes confesiones con Judit, su ayudante y exdirectora de producción. Judit le acompaña hasta el arranque de la escalera y él descenderá solemne, con ayuda de su bastón:


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Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009)

Otros personajes de otras historias no viven en este edificio, pero suben, bajan y a veces descansan en los rellanos entre tramos. Aquí al lado, en la calle de Caños Viejos, vive Emilia, la desgarradora protagonista del melodrama Cielo negro (1951), y por ello la vemos más de una vez subir las escaleras. Al principio de la película, camino de su trabajo, un taller de alta costura, llevando una carpeta bajo el brazo: son unas traducciones que ha hecho para Fortún, el desgraciado que se aprovecha y se burla de ella.

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Cielo negro (Manuel Mur Oti, 1951)

En una situación mucho peor la vemos, también subiendo, cuando desesperada sale desde su casa camino del Viaducto con intención de arrojarse por él. Una magnífica escena en la que los encuadres van cambiando y creando una gran intensidad.


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Madrid y el cine: calle Bailén 27
Cielo negro (Manuel Mur Oti, 1951)

Llegada al final de la escalera, apoyada en la esquina de la escalera con la calle de la Morería, Emilia toma aliento y mira, desafiante y temerosa a un tiempo, en dirección al Viaducto:


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Cielo negro (Manuel Mur Oti, 1951)

Una intención muy diferente lleva a Paco, el protagonista de la película policiaca Juicio final (1955), a esta zona: la policía le persigue por una acusación de asesinato y, de noche, busca y encuentra a un hombre que puede ayudarle a salir de España.


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Juicio final (José María Ochoa, 1955)

Días después, sube las escaleras de nuevo, buscando esa ayuda que no ha recibido pero que ahora es más urgente todavía. Encuentra al hombre saliendo de Casa Eloy, una taberna que estuvo hasta los años 70 en el número 11 de la calle de la Morería, y que era famosa por sus caracoles:


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Madrid y el cine: calle Bailén 27
Juicio final (José María Ochoa, 1955)

El rótulo de la Casa Eloy, por cierto, se ve también en otro momento de Verde doncella (1968):


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Verde doncella (Rafael Gil, 1968)

Moncho ha llegado ahí subiendo también las famosas escaleras:


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Verde doncella (Rafael Gil, 1968)

En la agridulce comedia No quiero perder la honra (1975), ambientada en la postguerra, Miguel sube las escaleras seguido de un grupo de chavales que corean una canción popular entonces: Pelona, sin pelo, cuatro pelos que tenías los vendiste al estraperlo, pelona, sin pelo. Miguel ha estado preso en la comisaría de La Latina (en la película, ubicada en la cercana plaza de la Paja), donde le han rapado la cabeza:


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No quiero perder la  honra (Eugenio Martín, 1975)

Unos suben y otros bajan. Ahora descienden la escalera Juan Martínez, fontanero madrileño, y Anna Petrovna Borodina, intérprete rusa, huyendo de un pistolero, probablemente enviado por los estadounidenses. Esto ocurre en la descabellada comedia La hoz y el Martínez (1985):


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La hoz y el Martínez (Álvaro Sáenz de Heredia, 1985)


Bajan también, bastantes décadas antes, Max Estrella y don Latino de Hispalis en su largo paseo nocturno por Madrid. Es la adaptación cinematográfica Luces de bohemia (1985) y el lugar no puede ser mejor para la ambientación de esta obra teatral de Ramón María del Valle-Inclán:


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Luces de bohemia (Miguel Ángel Díez, 1985)

Otro personaje del mismo nombre, Max, pero de peor catadura, nos contempla desde lo alto de la escalera. En la comedia dramática Más que amor, frenesí (1996), con ciertos tintes de thriller, Max es un hombre que vive de las mujeres y sobre el que hay sospechas de que también ha matado a alguna:


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Más que amor, frenesí (A. Albacete, M. Bardem y D. Menkes)

En uno de los rellanos de la escalera, en una puerta que pertenece al edificio que hace esquina con la calle de la Morería, ha habido intermitentemente locales de ocio. El que aparece en esta película se llama Frenesí, y de él vemos salir a Max con Yeye, que podría correr peligro:


Madrid y el cine: calle Bailén 27
Más que amor, frenesí (A. Albacete, M. Bardem y D. Menkes)

También en el drama Malas temporadas (2005) dos personas salen de esta misma puerta: en este caso, son dos amigos que salen de la Taberna Reyes -probablemente creada para la película- a charlar y fumar un cigarrillo.


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Madrid y el cine: calle Bailén 27
Malas temporadas (Manuel Martín Cuenca, 2005)


Retrocedemos hasta el último año del siglo XIX para oír discutir a Francisca Sánchez del Pozo y a su madre mientras bajan atropelladamente las escaleras. El drama romántico La princesa Paca (2017) nos cuenta la historia de Francisca, Paca, y su amor, Rubén Darío. Una noche, Paca regresa a casa de madrugada; su madre imagina que ha estado con el poeta y la arrastra de la mano hacia casa de él.

- ¡Esto hay que arreglarlo como Dios manda! ¿Tú te creías que tu madre se chupa el dedo? ¡Pues no! ¡Ya sabía que yo que te veías con un hombre! ¡Qué vergüenza! ¡Lo único que quería ese indio era robarte la honra! ¿Un poeta? ¡Si es que no puede ser decente si no se gana el pan con el sudor de su frente y con las manos!

- No voy a renunciar a esto, madre. Me da igual lo que digan usted o padre.


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La princesa Paca (Joaquín Llamas, 2017)

Más de un siglo después se produce en este mismo lugar un flechazo en el drama El árbol de la sangre (2018), una película de intriga en la que hay que estar muy atento para no perder el hilo. Amaia camina desde la parte intermedia del viaducto hacia las escaleras:


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El árbol de la sangre (Julio Medem, 2018)

En la escalera se cruza con Olmo:


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El árbol de la sangre (Julio Medem, 2018)

Ambos sienten a la vez algo que les recorre todo el cuerpo, se paran y se giran a mirarse:


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Madrid y el cine: calle Bailén 27
El árbol de la sangre (Julio Medem, 2018)


Lugar de encuentros, discusiones, enamoramientos, persecuciones, charlas. Lugar de subidas, bajadas y estancias. Lugar eterno.



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