Madrid y el cine: Hospital Clínico San Carlos

La vida del ser humano moderno está inexorablemente ligada a los hospitales: por lo general, allí nace, se opera, cura de enfermedades o accidentes, visita a sus allegados y, finalmente, muere.

Por eso no es de extrañar que las clínicas y hospitales sean escenarios tan frecuentes en el cine. La entrada de hoy se centra en uno de ellos, uno de los más recurrentes en la cinematografía española: el Hospital Clínico San Carlos.

Su primera aparición en el cine de ficción no tiene, sin embargo, nada que ver con las razones antes aducidas. Se produjo en la película bélica hispano-italiana Frente de Madrid (1939) (una doble versión de la que solo se conserva copia de la italiana), pues durante la guerra civil el frente de batalla más importante estuvo en la Ciudad Universitaria, en cuyo comienzo se sitúa el hospital:

Frente de Madrid
Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939)

Aunque casi toda la película se rodó en los estudios romanos de Cinecittà, parte del equipo junto con su director, Edgar Neville, se desplazó a Madrid -aún en guerra- para reunir algunas escenas e imágenes que dieran verosimilitud al relato. Se trata de una película abiertamente a favor del golpe de estado y maniquea en cuanto a la representación de los bandos (unos, los milicianos, feos, desastrados y andrajosos; otros, los golpistas, guapos, limpios y elegantes), pero que tuvo, a pesar de ello, problemas con la censura y poca repercusión. Parece que no solo había que hablar mal del enemigo sino aplastarlo, lo que cuadraba mal con el carácter de Neville, que en la escena final presenta a dos soldados, uno franquista y otro republicano, muriendo uno al lado del otro, igualándolos al menos en el sufrimiento de la muerte.

La imagen del Hospital Clínico en ruinas es todo un símbolo de la guerra fratricida. La institución a la que representa tiene ya más de dos siglos y estaba anteriormente ubicada en el edificio del actual Museo Reina Sofía; justamente en el curso 1936-37 iba a inaugurarse esta nueva sede, pero no pudo ser.

En los años más duros de la posguerra se comienzan las obras de reconstrucción, que fueron largas y duraron hasta los años 60, cuando definitivamente se abandonó el hospital de Atocha. Durante una fase de esas obras, se rodó en su exterior una escena del drama político de corte anticomunista Murió hace quince años (1954), de excelente factura e indudable interés, si bien hay que juzgar su contenido en relación con su contexto temporal, espacial e ideológico.

Diego, el protagonista, fue un niño de la guerra evacuado a la URSS. Ha vuelto a España en los años 50 con objetivos secretos inconfesables y en esta escena se desarrolla un tenso encuentro con su enlace, un comunista español.

Murió hace quince años
Murió hace quince años (Rafael Gil, 1954)

De la década siguiente es la coproducción hispano-argentina Héroes de blanco (también titulada Hombres y mujeres de blanco), un homenaje a la profesión médica que, como suele ocurrir con este tipo de obras, no reviste gran interés cinematográfico. Para este blog tiene el interés de que en ella se ofrecen imágenes del interior de este hospital:

Héroes de blanco
Héroes de blanco (Enrique Carreras, 1962)

En el primer fotograma podemos observar el pasillo y el uso de bloques de vidrio alrededor de las jambas de las puertas, tan característico de la zona antigua del hospital, así como recordar que aún en los años 60 (y durante bastante tiempo más) muchas de las enfermeras eran monjas.

En el segundo podemos apreciar algo que caracteriza la arquitectura del Clínico y que es seguramente influencia del movimiento higienista: en las zonas de habitaciones del lado izquierdo (si observamos el edificio desde la plaza de Cristo Rey) se construyeron unas estupendas terrazas con amplias vistas a la Ciudad Universitaria y la Sierra. En la película, el personal médico aprovecha una de estas terrazas para tomar un café y podemos apreciar que desde ella se ve parte de la torre del Museo de América (cuya construcción no es muy anterior a la película, pese a lo que podría hacernos creer su estilo historicista y neocolonial). Es una lástima, pero hoy en día estas terrazas suelen permanecer cerradas, y los enfermos y sus visitantes dentro del opresivo ambiente que proporcionan las máquinas de aireación. Un médico higienista se escandalizaría con el aire que se respira hoy en la mayoría de los hospitales.


También de estos años es la película El sol en el espejo (1963), un drama, a ratos romántico y a ratos costumbrista, con muy buenas interpretaciones y fotografía, basado en la comedia Los pobrecitos, de Alfonso Paso. Nos cuenta fragmentos decisorios de las vidas de varias personas que viven en una misma y mísera pensión de Madrid; doña Engracia vive allí con su hijo, al que operan en el Clínico, permitiéndonos así adentrarnos otra vez en él, ver de nuevo sus pasillos:

El sol en el espejo
El sol en el espejo (Antonio Román, 1963)

Pero también su característica escalera (con cristaleras a las mismas vistas que las terrazas) y las salas de espera cercanas a las terrazas, con mobiliario que se ha mantenido idéntico hasta hoy (aunque cada vez en menos espacios del hospital a medida que se ha ido reformando):

El sol en el espejo
El sol en el espejo (Antonio Román, 1963)

Para el exterior, curiosamente, se prefirió rodar en la fachada de la cercana Clínica de la Concepción (Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz), quizá por accesibilidad o porque hubiera obras en la del Clínico o quizá porque, simplemente, al director le gustaba más esa fachada.


Sí aparece la fachada, en cambio, en otra película de la misma época: la flojísima comedia La visita que no tocó el timbre (1965). Se trata de la fachada donde estaba la entonces puerta principal de entrada de enfermos, de la que vemos salir a Emma, enfermera del hospital, que se dirige a casa de los hermanos Villanova (dos solteros maduros que necesitan ayuda para cuidar a un bebé que han abandonado en la puerta de su casa):

La visita que no tocó el timbre
La visita que no tocó el timbre (Mario Camus, 1965)

Sigue bajando y vemos la zona donde ahora se encuentra la puerta I y después, al fondo, de nuevo la torre del Museo de América:


La visita que no tocó el timbre
La visita que no tocó el timbre (Mario Camus, 1965)


En su edad moderna, es decir, tras su completa reconstrucción, han sido muchas las películas rodadas en este emblemático hospital: Fernando Fernán Gómez, Miguel Santesmases, Gerardo Herrero y Pedro Almodóvar son algunos de los directores que han rodado aquí. Veamos las imágenes que seleccionaron.


En 1974, Federico va al Hospital Clínico, acompañado de su mujer y de su suegra, a dar a luz. Sí, Federico supuestamente está embarazado y eso, la posibilidad de que un hombre quedara encinto, era algo que flotaba en el ambiente, en las conversaciones, en aquella época que fue de grandes avances médicos. Todo esto ocurre en la mediocre comedia El insólito embarazo de los Martínez (1974).


El insólito embarazo de los Martínez
El insólito embarazo de los Martínez (Javier Aguirre, 1974)

Su entrada se produce por la puerta A, que hoy es mucho menos usada, pero que se concibió como puerta principal, con dos grupos escultóricos del artista madrileño Ramón Lapayese del Río que representan la cirugía (a la izquierda) y la medicina (a la derecha).

Esta intrascendente comedia también nos adentra en el hospital, permitiéndonos ver sus característicos mármoles, maderas y cristales -que ya solo se conservan en partes muy determinadas del hospital- así como parte de su bonita escalera:

El insólito embarazo de los Martínez
El insólito embarazo de los Martínez (Javier Aguirre, 1974)

En los 90, el Clínico fue uno de los escenarios principales de la comedia esperpéntica Siete mil días juntos, un producto del más siniestro humor negro que destila amargura a raudales al tiempo que hace reír. En el hospital trabaja Matías, el protagonista, como ayudante en la sala de autopsias de la Escuela Cíclica de Anatomía (que es, en realidad, el Clínico). En las siguientes imágenes lo vemos en la cafetería-autoservicio del hospital acompañado de Luis, un necrófilo impenitente interpretado por un Agustín González caracterizado como si de una película de Paul Naschy se tratara:

Siete mil días juntos
Siete mil días juntos (Fernando Fernán Gómez, 1994)

La entrada y salida de los alumnos y el personal de la escuela de anatomía se realiza de nuevo por la que hoy es fachada trasera del Clínico, por la puerta A:

Siete mil días juntos
Siete mil días juntos (Fernando Fernán Gómez, 1994)

En la primera imagen volvemos a ver las representaciones escultóricas de la cirugía y la medicina, y en la segunda, el paso de carruajes, actualmente desaparecido.

También por esa puerta sale a darse un paseo y descansar Ainhoa, médica y pareja de Carlos, uno de los tres protagonistas de la película Las razones de mis amigos (2000), una historia de amistad que se ve afectada por culpa de un préstamo. Un drama generacional sobre treintañeros de clase media alta correcto, que se deja ver, sin más.

Las razones de mis amigos
Las razones de mis amigos (Gerardo Herrero, 2000)

Más impactante es la imagen que ofrece el melodrama Los abrazos rotos (2009) de esta misma puerta y el vestíbulo que la sucede:

Los abrazos rotos
Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009)

La madre de Magdalena, Lena, la protagonista (Penélope Cruz), espera a su hija en la puerta A del hospital, cabe una de las esculturas, mientras su marido, enfermo muy grave de cáncer, espera sentado en el vestíbulo, delante de un antiguo cubrerradiador que seguramente seguirá existiendo. Si Pedro Almodóvar tenía alguna cuenta pendiente con la sanidad pública, se la cobró a gusto en este diálogo entre madre e hija en la puerta del Clínico:

- ¿Y papá?

- Esperando, dentro.

- ¡No me puedo creer que os hayan dejado aquí tirados, que le hayan echado a la calle como a los perros! ¿No le iba a operar esta semana el doctor Álvarez de la Torre?

- Claro, ¡es que es lo que tenía que ser! Pero nos ha citado esta mañana en la consulta para decirnos que le daban de alta. Yo le he preguntado qué quería decir. Dice: "Ah, muy sencillo, es julio y me voy de vacaciones".


También llama la atención que la vez anterior que Almodóvar rodó en el Hospital Clínico San Carlos, en la película se diga que se trata de la clínica Ruber. En el melodrama Tacones lejanos (1991), Rebeca y el juez Domínguez acuden corriendo al hospital cuando oyen en las noticias de la televisión que ha ingresado con un infarto Becky del Páramo, la madre de Rebeca:


Tacones lejanos
Tacones lejanos (Pedro Almodóvar, 1991)

Como vemos, la mayoría de los cineastas ha preferido rodar en la parte noble y antigua del hospital. Por eso acabamos con una imagen diferente, la de una las zonas renovadas del hospital, en el drama Amor, curiosidad, Prozac y dudas (2001), que pasó tan sin pena ni gloria como la novela homónima de Lucía Etxebarría en la que está basado:


Amor, curiosidad, prozac y dudas
Amor, curiosidad, prozac y dudas (Miguel Santesmases, 2001)

Un hospital con mil rincones y perspectivas que las gentes del cine han sabido aprovechar. Y un puñado de películas a las que se podrían añadir más, a riesgo de aburrir al lector.

Bibliografía

- Alonso Franch, Eduardo (2022): Medicina, médicos y hospitales en el cine de Almodóvar.

- Grijalba de la Calle, Nicolás (2016): La imagen de Madrid en el cine

- Ribera Casado, José Manuel (2013): Hospital Clínico San Carlos: 225 años enseñando medicina.

- Yela Funcia, Ángel (2022): Historias del Clínico.



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